Se rompió el hechizo de lo nuevo: Seisas retrocede y Aleart lidera el nuevo orden político

El candidato libertario fue el más votado; Monteverde consolidó al peronismo y Labayru salvó a Unidos en un escenario de tercios y baja participación

Las PASO para el Concejo Municipal de Rosario dejaron mucho más que una nómina de candidatos rumbo a las elecciones generales de junio. Lo que asomó fue un nuevo equilibrio de poder en la ciudad, con un reparto de fuerzas que ya no admite hegemonías: La Libertad Avanza, el peronismo y Unidos Para Cambiar Santa Fe se disputan ahora voto a voto el futuro del Palacio Vasallo.

Con apenas un 54% de participación, el dato más alarmante de la jornada, se confirmaron también nuevas dinámicas de representación. Juan Pedro Aleart, con el sello de La Libertad Avanza y el respaldo explícito de la Casa Rosada, fue el candidato individual más votado, con 84.498 votos (22,65%). Un debut contundente, que consagró su liderazgo interno y le dio al oficialismo nacional su primera victoria concreta en Rosario.

Desde el escenario, la diputada Romina Diez no dudó en proyectarlo como futuro intendente: “En dos años Juan Pedro será el próximo intendente de Rosario”. La frase resonó como una señal de que Aleart no solo fue candidato, sino apuesta estratégica del oficialismo nacional para pisar fuerte en territorio santafesino.

El peronismo encontró en Monteverde un nuevo eje de unidad

En el plano de fuerzas políticas, el frente Más Para Santa Fe —con el peronismo y Ciudad Futura aliados— fue el que mayor caudal total de votos cosechó en la categoría concejales: 29%, encabezados por Juan Monteverde, que reunió más de 81 mil votos en soledad.

Monteverde no solo se convirtió en el principal capital político del peronismo local, sino que logró concentrar los votos dispersos de otras listas menores del espacio, como José Luis “El Puma” Rodríguez y Paula Sagué. “Somos la primera fuerza de Rosario”, afirmó tras los resultados, validando su rol como nueva figura de síntesis para el justicialismo rosarino.

Unidos, fragmentado y en retroceso

La tercera pata del nuevo equilibrio es Unidos Para Cambiar Santa Fe, que finalizó con 22,18% y una interna cargada de nombres. La ganadora fue la actual funcionaria municipal Carolina Labayru, con algo más de 37 mil votos, seguida por el debutante Pablo Gavira con 13 mil.

Pese a haber retenido un caudal importante, el resultado deja sabor amargo para el frente que actualmente controla la mayoría de bancas en el Concejo. Si se repitiera este escenario en las generales, Unidos perdería representación, lo que marcaría un retroceso frente a la irrupción libertaria y el repunte peronista.

Las fuerzas que también dieron el batacazo

Más allá de los tres frentes dominantes, otras listas superaron el piso electoral y competirán en las generales por alguna de las 13 bancas en juego:

  • Roberto Sukerman, por fuera del PJ con el Partido País, obtuvo más de 18 mil votos. 
  • Somos Vida y Libertad, espacio de Amalia Granata, también superó el umbral con Eugenio Malaponte y Maximiliano Bagilet como figuras visibles. 
  • El actual concejal Lisandro Cavatorta, con una campaña solitaria, logró 14.794 votos y se mantiene en carrera. 
  • Carla Deiana, del Frente de Izquierda, volvió a mostrar solidez militante y también logró meterse en la disputa de junio.

¿Cómo quedaría el Concejo si se repiten los resultados?

Actualmente, el Concejo cuenta con 13 bancas renovables, de las cuales 8 son de Unidos, 3 del peronismo y 2 de Ciudad Futura. Si las proporciones se mantuvieran:

  • La Libertad Avanza accedería a sus primeros escaños en el Palacio Vasallo. 
  • El peronismo conservaría su volumen e incluso podría ampliarlo. 
  • Unidos cedería terreno, perdiendo la primacía lograda en ciclos anteriores.

La primaria rosarina dejó más preguntas que respuestas, pero sí una certeza: el tablero político de la ciudad ya no gira alrededor de un solo eje. Rosario se divide ahora en tres tercios bien definidos, donde las individualidades fuertes como Aleart y Monteverde cobran protagonismo, y donde el votante empieza a moverse con mayor volatilidad. Con una baja participación como telón de fondo, la batalla por el Palacio Vasallo será abierta, impredecible y estratégica.

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