Isla Verde y La Pulpería confían en la seguridad de las islas para disfrutar el verano

Advierten sin embargo las dificultades en los cruces con capacidad reducida y remarcan que las largas colas en la costa pueden ser riesgosas. También se ven afectados por las quemas.

El panorama para la temporada de verano en los paradores de las Islas frente a Rosario augura un pronóstico poco sencillo. Pese a contar con todo lo necesario para convertirse en un lugar de esparcimiento seguro, con posibilidad de mantener distanciamiento social y garantizar aire libre adhiriendo a los protocolos autorizados, distintas problemáticas golpean al sector que se ve condicionado a su vez por las normativas de distintas jurisdicciones.

Las quemas en las islas y la bajante del nivel del Río Paraná también condicionan el pronóstico para poder trabajar durante la temporada de verano. Sin ir más lejos, actualmente y hasta el 15 de octubre, pesa sobre ellos una restricción impuesta por el municipio de Victoria, en la provincia de Entre Ríos, que prohibió su funcionamiento y cualquier otro movimiento de personas en las islas debido a los constantes focos de incendio que se registran en la zona.

Por otro lado, la pandemia impone nuevas modalidades de funcionamiento a los bares y paradores de las islas, comercios que pertenecen en su mayoría a rosarinos pero que son regulados por las normativas entrerrianas, disminuyendo la capacidad de uso en las decenas de hectáreas disponibles en las islas y reduciendo a un 50 por ciento la capacidad de traslados de Taxis náuticos y lanchas de mayor porte. Pese a que aseguran estar dispuestos a asumir ese aumento en los costos de traslado sin que repercuta en el precio final, no es la única problemática que enfrentan los titulares de los paradores de las islas.

La bajante del río también condiciona el trabajo del otro negocio asociado a los paradores: el traslado de pasajeros de un lado al otro de la costa. En este sentido, uno de los titulares de Isla Verde, el parador frente a la zona norte de Rosario que fue el precursor del sector explicó: “No tenemos de dónde salir con las lanchas, al estar el río bajo los muelles de Costa Alta están inoperables”. Germán entiende que si el nivel del agua recupera altura y los incendios en las islas fueran finalmente controlados, podrían estar en condiciones de trabajar con normalidad durante el verano bajo estricto protocolo: “Tenemos seis o siete hectáreas parquizadas, hay lugar de sobra para mantener el distanciamiento. Con respecto a la reducción de la capacidad de traslados, haremos más viajes, algunas veces se gana más y otras menos”. 

Sin embargo, son muchos los factores que tienen que alinearse para que eso suceda. Desde Isla Verde anticipan una temporada mala, “de las peores en los 35 años que llevamos trabajando de esto”.

Por su parte Lucas, dueño del parador La Pulpería, remarcó la particularidad del sector que se ve regulado por imposiciones que provienen de distintas jurisdicciones. Esta semana reabrieron distintos comercios y se levantaron restricciones en el departamento Rosario que pesaban por la situación de contagios de Covid-19. Sin embargo, no pudieron retomar su actividad porque desde el Municipio de Victoria se decidieron otras medidas relacionadas con el impacto ambiental que generan las quemas en las islas.

“Ahora que empieza abrir Santa Fe nos rige esta otra restricción por parte del municipio de Victoria en Entre Ríos, quedamos en el medio de uno y otro”, explica y diagrama a todos los actores involucrados que regulan al sector: “La zona norte frente a La Florida pertenece a Victoria, del puente para el otro lado pertenece a Granadero Baigorria, y los paradores que están frente al Monumento pertenecen a Rosario. No es nada sencillo”.

Lucas coincide con su colega en que la menor de sus preocupaciones es la del trabajo bajo protocolo en las islas, y que el problema son los traslados y la situación de las quemas. “La mayoría de los paradores tienen ya su protocolo armado y sabemos que es un espacio donde se puede disfrutar con seguridad. Pero la embarcación tiene que ir a mitad de capacidad, por lo que estamos peleando para que sea al 70 por ciento”, explica quien es también dueño de las pequeñas lanchas habilitadas como Taxis náuticos, que tienen una capacidad máxima de doce pasajeros. “A menos pasajeros la realidad es que se acumula mucha más gente esperando el viaje, eso tampoco es seguro”.

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