Foto cortesía de María Luisa Múgica

Del rechazo a la admiración: Pichincha, un barrio en cambio permanente

Un recorrido detallado por los principales negocios del barrio

Durante más de un siglo, el célebre barrio Pichincha se ha visto signado por las transformaciones. Desde su estigmatización como zona prostibularia entre las décadas del 10 y del 30, pasando por su transición a un suburbio residencial, hasta su presente de explosión comercial, gastronómica e inmobiliaria.

Fue, sin dudas, el destino preferido de los empresarios gastronómicos a lo largo del 2018. A raíz de la llegada de algunos pesos pesados del rubro y del desembarco de varios proyectos inmobiliarios, el emblemático barrio rosarino recibió un alud de emprendimientos, transformando su aspecto y su dinámica a un ritmo vertiginoso. El tramo de calle Jujuy que se extiende entre Oroño y Rodríguez se ha convertido en un verdadero corredor, atiborrado de cervecerías y hamburgueserías, mesas en las veredas y guirnaldas de luces en cada esquina.

Pichincha está en su auge comercial y parece encaminada a transformarse en un nuevo polo gastronómico y turístico, incluso desde el municipio han surgido algunas propuestas en pos de seguir potenciando la zona. Al margen de las obvias conflictividades que plantea el caso, proponemos meternos en la historia y presente de este barrio acostumbrado a las polémicas y a las transformaciones.

Inaugurado en 2010, Rock & Feller´s marcó un antes y un después para la zona

Hace poco más de un año, Alejandro Bacigalupo, administrador de Mercado Pichincha, afirmaba que “grandes locales como Queen’s Boulevard y Rock & Feller’s ayudan al tráfico y a crecer a los que están alrededor”. La afirmación cobra sentido cuando uno se acerca a la esquina de Jujuy y Oroño, en la cual el frente del célebre R&F y el recientemente inaugurado Patagonia hacen de pórtico para el nuevo Soho que crece a ritmo frenético.  

Detrás de ellos se extiende por cuatro cuadras un incipiente corredor gastronómico, con una estética marcada que comienza poco a poco a adueñarse de las postales del lugar. Paredes decoradas con motivos de grafiti, tonalidades de madera, galpones readaptados y la exposición siempre en la parte frontal de las canillas de cerveza artesanal, son ahora la cara de Pichincha. Los nuevos locales han venido a sumarse a los más antiguos imponiendo una estilo descontracturado y jovial. Las mesas comunitarias ya son un clásico, así como los mobiliarios rústicos y los ambientes abiertos.

Por otra parte, el boom de la zona viene acompañado por algunos cambios en la forma de consumir. La cercanía entre bares, su disposición y sus ambientes relajados invitan a pasear entre una barra y otra, degustando un poco de lo que cada uno tiene para ofrecer. Al avance de los empresarios gastronómicos, se suman además los desarrollos urbanísticos que añadirán metros de altura y completarán la metamorfosis de una zona de construcciones bajas y frentes antiguos.

“Gangrena y Ludibrio”

“El Rosario Gráfico del 16 de abril de 1932 decía que a Rosario no se lo conocía ni por su comercio, ni por su desarrollo industrial o cultural, ni por su puerto de ultramar, sino por Pichincha”. Con esa frase comienza el informe redactado por la historiadora María Luisa Múgica, publicado en el libro “Los desafíos de la Modernización – Rosario 1890 – 1930”. La cita refiere a la característica más saliente que tenía la zona Noroeste de la ciudad por aquel entonces, el tratarse de una zona prostibularia.

En 1911, el entonces intendente municipal Felipe Goulú firmó el decreto que fijaba los radios para la instalación legal de las llamadas, en la época, “casas de tolerancia”. Recién en 1914 éstas terminaron de trasladarse al área aprobada por el municipio, la cual quedaba comprendida por las calles Salta, Suipacha, Pichincha y el límite con el Ferrocarril Central Argentino. El amparo legal para estos establecimientos se extendió hasta 1932, cuando se decretó una nueva ley abolicionista.

La zona de Pichincha a principios del siglo XX. Fuente: 3° Censo Municipal del Rosario de Santa Fe, levantado el 26 de abril de 1910, bajo intendencia de Isidro Quiroga, bajo la dirección de Juan Alvarez, Rosario, Talleres La República, 1910. Cortesía: María Luisa Múgica

“Barrio Alegre, ‘gangrena y ludibrio’, orilla del pecado, barrio con símbolos y signos que aludían indefectiblemente a la existencia de las casas de tolerancia, a la sexualidad, en el que la música, el consumo de alcohol, la venta de estupefacientes, la exhibición de mujeres en puertas o balcones o en las calles ligeras de ropas o prácticamente sin ellas, el tipo de lenguaje calificado de obsceno e impudoroso, en el que las riñas, los escándalos y la muerte eran moneda corriente”, describe Múgica en su publicación.

Aquella denominación de “Zona Roja” no sólo resultaba estigmatizante para el lugar y sus vecinos, sino que despertaba un sin fin de polémicas en cuanto a los costos y beneficios que suponía la instalación de los lupanares allí. Por un lado, los reiterados pedidos de los denominados “vecinos honestos” de Pichincha que consideraban “injusta” la designación, con argumentos que iban desde la desvalorización de sus casas, hasta la violación de la moralidad, alegando la proximidad de algunos de estos establecimientos con edificios religiosos como la Iglesia de San Juan Bautista, del Colegio de los Sagrados Corazones o la primera Iglesia Metodista Episcopal.

Plano original de la fachada de El Paraíso, una de las “casas de tolerancia” más famosas y recordadas. Fuente: Archivo de Obras Particulares. Cortesía: María Luisa Múgica

La otra cara de la moneda eran el resto de los comerciantes minoristas allí radicados, autodefinidos como “propulsores del progreso de la ciudad”. Estos, explica Múgica, aducían que sus negocios funcionaban mejor por encontrarse en un sitio con importante flujo de población. Finalmente, en 1932 los reclamos de los vecinos fueron atendidos por el municipio, que decretó la abolición de la prostitución reglamentada. “(…) este espacio ha perdurado en la memoria de los rosarinos -con mayor o menor extensión- marcado por su intensa connotación sexual. Espacio fundamental y necesario para procurar producir inteligibilidad sobre aquellos aspectos que constituyen parte de la historia social y de la historia negra y violenta de la ciudad”, concluye la historiadora.

Actualidad: la fachada de El Paraíso, hoy Motel Ideal. Richieri 68 bis. Foto: María Luisa Múgica

Hoy todavía se pueden apreciar algunos recuerdos de aquellas épocas en la arquitectura del lugar y en las fachadas de ciertas construcciones como “El Paraíso”, curiosamente perpetuado en la memoria colectiva como “Madame Sapho”, sobrenombre de una de sus madamas (Pichincha 68 bis), Café royal (Suipacha 150) y el Internacional (Jujuy 2937), por mencionar algunas. Lo que también sobrevivió al paso del tiempo es la polémica acerca de cuál debe ser la identidad del barrio.

Fachada de El Internacional, Jujuy 2937. Foto: María Luisa Múgica

“Pichincha va a seguir creciendo”

La respuesta se repite aunque las voces cambian. Hablando con algunos de los principales protagonistas de este nuevo boom, todos coinciden en que la zona no ha tocado su techo y que será un lugar por excelencia para las próximas inversiones. La cervecería, es cierto, tiene el papel protagónico: conforme detallaron desde Mercado Pichincha, sólo en 2018 hubo unos veinte comercios que se transformaron en bares y reinauguraron, y unos siete nuevos. 

“Estudiamos otras ubicaciones, pero hoy en Pichincha y sobre todo en la cuadra donde estamos (Jujuy 2286) se concentra la mejor propuesta cervecera de la ciudad y es donde queremos competir, estando a la altura de los mejores”, afirman desde Anker Beer, inaugurado en noviembre del 2018. El bar que ofrece varias marcas de cerveza artesanal, anteriormente emplazado en Forum Puerto Norte, reabrió su concepto en el inmueble donde hasta hace poco tiempo funcionó Malala. Con nuevos inversores, afirman que el formato les permite establecer un concepto sin las limitaciones de una franquicia.

Peñón del Águila (Alvear 105) fue otro de los grandes lanzamientos de este año. La franquicia cordobesa trajo su reconocida marca que hoy ocupa el segundo lugar a nivel nacional en litros vendidos y su estética tradicional. Grafiti, madera y un servicio distendido que combina pedidos directos en la barra con atención en las mesas, están a la orden del día en la esquina de Alvear y Jujuy. “La marca propone un layout y un dossier sobre cómo debe ser la estética, aunque nosotros siempre buscamos darle un toque”, destacó Martín Ridolfo, su titular.

En Güemes 2520, un poco más alejado del núcleo, Porter Pichincha reformó un galpón para instalar un local con capacidad para 350 personas en el que ofrece más de veinte canillas con distintas marcas de cerveza. Agustín Fagotto, titular del bar, dijo que se hace un fuerte énfasis en la gastronomía, ofreciendo un producto de calidad con alta profesionalización.

Estos tres ejemplos se suman a otros tantos que han llegado en tropel al antiguo Barrio Noroeste. También en este año inauguró Food Park, un patio de food trucks frente a Temple (ex O´Connell´s, en Jujuy y Oroño); los hermanos Mac (Dino, Gaspar y Gregorio) abrieron su propio espacio de coworking y bar en Alvear al 100. A estos se suma otro emprendimiento como Crowland, en Güemes y Ricchieri, una propuesta original basada en la recarga de growlers y latas de cerveza artesanal. También se añade a la lista Pizzería La Gran Argentina, perteneciente a Grupo CH (Chinchibira, Churrasquería, Churrasquito y Birra), que abrió sus puertas en diciembre en Francia 199, esquina Salta. La esquina de Oroño y Jujuy, frente a Rock & Feller´s ahora es el nuevo bar de Patagonia (quinto de la marca en la ciudad). A la postre, dos heladerías artesanales se han sumado a la tendencia; se trata de Gianduia que se estableció en la esquina de Salta y Oroño y ya contaba con otra boca de venta en Salta 2412, y de Renato que explota la esquina de Jujuy y Alvear con sus “ice cream rolls”.

No todo es cerveza. Renato se instaló a fines de 2018 con su propuesta de helados gourmet y Ice Cream Rolls

Con todo esto, los empresarios y especialistas coinciden en que no se ha tocado un techo todavía y que la zona continuará atrayendo comercios, incluso, de otras ramas. Si bien el tramo de calle Jujuy que se extiende entre Oroño y Santiago se ha convertido en la “zona núcleo”, Germán Bruner, representante de Mercado Pichincha, afirma que “la intención no es centralizar la oferta, sino distribuirla en el barrio que llega hasta Avenida Francia”. Según argumentó: “La concentración trae sucesos indeseables como previas en las calles. Queremos mantener el público familiar que tenemos y que no haya caos”.

En este cambio de cara, el comercio ha tomado claramente la delantera, pero hay varios desarrollos inmobiliarios que juegan y jugarán un papel clave en el crecimiento de la zona.

Mira hacia arriba

Gran parte de la explosión comercial de Pichincha tiene que ver con los nuevos emprendimientos urbanísticos que allí se están desarrollando. Inversiones de gran importancia y volumen como los ya mencionados Costavía y Torre Mirador tendrán un rol central en el futuro del barrio.

“El crecimiento de Pichincha es un derrame de la demanda del macrocentro”, definió Pablo Gagliardo, quien junto a su padre, Rubén, y su hermano, Franco, dirige Grupo Obring, al frente del megadesarrollo Costavía. En una entrevista publicada en el número de agosto de nuestra edición impresa, el empresario destacaba que la gente seguía eligiendo vivir en el centro rosarino y que el oeste era una de las zonas más demandadas.

Por su parte, Fernando Pascual, titular de Pascual Construcciones junto a su hermano, Gonzalo, declaró en una nota publicada en nuestra web el 20 de diciembre: “Pichincha siempre fue quedando relegado, pero de a poco se fueron cayendo los tapiales y los tugurios que existían en esta zona. Somos la cabeza de lanza y creo que en poco tiempo esta zona explota, simplemente faltaba que el real estate ponga un pie en esta intersección de Avenida del Valle y Rivadavia”.

Ambos desembarcaron el barrio con dos conceptos que convivirán con los frentes de casas y edificios antiguos. Costavía es un desarrollo de 50.000 m2 emplazado en Av Rivadavia esquina Rodríguez. Una inversión de 100 millones de dólares que contempla 3 torres de viviendas y un bloque de oficinas que se inician a partir del primer piso, dejando en la planta baja, un espacio público con locales comerciales y calles que unirán Rivadavia con Güemes, generando un nuevo paseo peatonal. Su conclusión se prevé dentro de cuatro años.

Será “un pedazo de ciudad dentro de una ciudad, con viviendas, oficinas y locales comerciales”, conceptualizó Gagliardo. Mientras que en los niveles altos habrá vistas de la ciudad y del río, la planta baja concentrará componentes propios del espacio público. “Es un espacio con multiplicidad de usos, donde todos se sirven del otro. Las oficinas mantienen la demanda de los locales, mientras que el que vive allí tendrá una farmacia a mano o una variedad de servicios profesionales a disposición. Todo encaja”, explicó.

Imponente. Costavía se promociona como un desarrollo único en Rosario: dos torres con locales comerciales y una plaza pública debajo

Torre Mirador fue lanzado comercialmente el 19 de diciembre. La obra de Pascual Construcciones ubicada en Avenida del Valle 2799 marca el límite entre Pichincha y Puerto Norte. Cuenta con 17 unidades en las cuales todos los dormitorios son en suite con vestidor; las de dos dormitorios tienen una superficie de 150 m2, los pisos exclusivos de tres dormitorios, 250 m2 o 200 m2. Además, se realizará una apuesta por el diseño y el equipamiento tecnológico personalizado de cada departamento; esto incluye desde pantallas inteligentes hasta sistema de audio y de domótica (sistema que permite automatizar una vivienda), los cuales correrán por cuenta de Barsante Disegno y Ocio Almacén Digital respectivamente.

Según destacaron los Pascual, su difunto padre “fue un visionario en cuanto a la expansión de la ciudad hacia el noroeste”. “Eligió este terreno cuando la zona todavía estaba bastante deteriorada. Estar en este momento aquí parados para nosotros es un orgullo y un homenaje a nuestro padre”, contó Fernando.

Las nuevas torres cambiarán en buena medida el paisaje de un barrio poco acostumbrado a mirar hacia arriba. Del mismo modo, los gastronómicos ya modificaron el aspecto de las calles y paredes. Pero no sólo saldrá distinto en las fotos, Pichincha también cambió su hora de dormir y su dieta.

“¿Pichincheamos?”

Hamburguesas, tapeos, frituras y mucha cerveza. La dieta de Pichincha parece haber cambiado totalmente con su renovación, así como sus hábitos nocturnos. El movimiento relacionado a las discotecas bailables ya fue desplazado casi en su totalidad por el ritmo y la alta rotación de público de los bares. Por su parte, los nuevos empresarios hablan de una dinámica diferente a la tradicional, que consiste en caminar las veredas y consumir poco en varios lugares por noche.

Martín Ridolfo, gerente de Peñón del Águila, comentó: “Uno de los puntos claves que tiene esta zona es saber que se puede caminar. La gente se encuentra acá y va tomando cervezas en distintos lugares. El barrio es una salida en sí mismo”. Mientras tanto, Agustín Fagotto, titular de Porter Pichincha, señaló: “El centro quedó colapsado y ahora empezamos a ocupar hacia Francia. Creo que Pichincha todavía tiene mucho para explotar, es una zona muy linda y nosotros desde los negocios gastronómicos le estamos dando muchísima vida”.

La alta circulación de gente y la constante retroalimentación que se da entre los distintos locales incentivan la competencia por ofrecer mejores productos y servicios. Las estrategias de gestión y los modelos de negocios también se han visto alterados. “Quizá ya no sobrevive más el grupo de amigos con ganas de poner un bar, sino que necesitan un gerenciamiento, un plan de negocios y una estructura de costos. Se hizo más competitivo y los que no hacen eso no duran mucho”, sostuvo Alejandro Bacigalupo, representante de la Asociación Mercado Pichincha, en una nota publicada el 13 de septiembre de 2018. Del mismo modo, subrayó el crecimiento de la oferta gastronómica en reemplazo de los boliches bailables, que se encontraban en mayor número hace algunos años.

Por su parte, Germán Bruner, perteneciente a la misma organización, afirmó que “la movida tanto diurna como nocturna que han traído estos comercios hace bien a la seguridad”. Bruner relató: “Yo me acuerdo de lo que era este barrio hace diez años, un lugar oscuro y peligroso por momentos, creo que es importante que la familia y la gente ande por la calle porque brinda seguridad”.

Lo cierto es que el barrio ya no es el mismo y difícilmente retroceda hacia lo que era hace algunos años. Durante el 2019 la Municipalidad tendrá mucho trabajo mediando por una sana convivencia entre los comerciantes y los vecinos, quienes demandan “mayor control” ante la revolución de la zona. Por otro lado, será un año agitado para los empresarios. Bruner anticipó: “El mayor tema que tenemos es la rentabilidad que se redujo mucho. Sin embargo, Rosario nos sorprende día a día; cuando pensamos que hay suficientes cervecerías, siguen abriendo nuevas. Cuando hay tanta oferta, sólo sobreviven los mejores”.

Por Emmanuel Paz (e.paz@on24.com.ar)

Realización audiovisual: Jorgelina Pinela (j.pinela@on24.com.ar)

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