Con solo 26 años, Santiago Morenza dirige una empresa santafesina que faena unas 2.500 cabezas mensuales y entrega alrededor de 500.000 kilos de carne al mercado interno. Pero ahora, el exterior aparece en su radar con una consigna clara: Europa paga mejor, pero exige más.
El empresario formó parte de la misión comercial Santa Fe Business Lisboa & Madrid, cuya agenda fue construida por las embajadas argentinas en España y Portugal y la Fundación Libertad, pilares institucionales que permitieron conformar y respaldar la comitiva santafesina en su búsqueda de internacionalización.

“La experiencia fue increíble: reuniones muy buenas, con foco en entender su mercado y sus exigencias”, aseguró Morenza.
Durante el paso por Lisboa, la delegación mantuvo encuentros con importadores, autoridades de comercio exterior y referentes del retail europeo. Aunque la escala del frigorífico aún es limitada para abastecer a grandes cadenas, el aprendizaje fue inmediato: logística, certificaciones y hábitos de consumo que determinan qué carne llega a las góndolas.

El recorrido continuó en Madrid, donde la comitiva visitó Mercamadrid, principal plataforma alimentaria de Europa, y recorrió la infraestructura de Los Norteños, líder regional en distribución cárnica. Allí, Morenza observó que el mercado europeo se enfoca especialmente en el marbling —la grasa intramuscular que otorga mayor terneza y jugosidad— y en los procesos de maduración, que pueden extenderse entre 30 y 50 días para obtener un producto más premium.
“La calidad que demanda Europa es mucho más exigente. No se trata tanto de volumen, sino de diferenciación”, remarcó.
Sin embargo, alcanzar ese posicionamiento implica desafíos estructurales. Las restricciones y los altos aranceles de la Unión Europea continúan siendo una barrera significativa para pequeñas y medianas firmas frigoríficas argentinas.

“Sin una cuota con bajo arancel, es muy difícil ingresar. La cuota Hilton, por ejemplo, está enfocada en cortes que no son los más consumidos allá, y eso vuelve la operación poco viable para empresas como la nuestra”, explicó.
Para Morenza, la misión dejó un aprendizaje más amplio: exportar requiere trabajar tanto en la calidad del producto como en la construcción de vínculos estables con futuros compradores.
“No se trata solo de vender: necesitamos mostrar nuestro potencial y entender hacia dónde debe ir la industria cárnica argentina”, concluyó.
La carne argentina cuenta con un reconocimiento positivo en Europa. El objetivo ahora es que más pymes provinciales puedan sostener procesos y estándares que les permitan competir en uno de los mercados de mayor valor agregado del mundo.





























