El costo de la construcción en Argentina continúa en alza y consolida un escenario desafiante para el sector inmobiliario. Según estimaciones privadas elaboradas por Sismat, construir una vivienda tradicional tiene en diciembre de 2025 un costo total promedio de $1.486.885 por metro cuadrado, lo que representa una variación mensual del 2,5%.
El relevamiento desagrega el valor en $688.778 por m² en mano de obra y $662.935 por m² en materiales, calculados sobre una vivienda tipo de 80 metros cuadrados, con un ajuste del 10% y precios promedios a nivel nacional. Desde la consultora aclaran que se trata de valores estimativos, que pueden variar según la región y las características de cada obra.
La metodología de Sismat combina experiencia directa en obra, información aportada por contratistas y monotributistas del sector, y relevamientos de mercado en la provincia de Buenos Aires. En ese marco, también se advierte que el costo de mano de obra no contempla honorarios profesionales, impuestos, derechos municipales ni el valor del terreno.
Más allá de los números nacionales, el impacto es particularmente visible en Rosario y Santa Fe, donde el mercado inmobiliario ya venía mostrando signos de recesión. La combinación de costos de construcción en pesos en permanente aumento, un tipo de cambio estable y la aparición de un incipiente crédito hipotecario está modificando las decisiones de compra.
En este contexto, las viviendas usadas se muestran hoy más competitivas en precio frente a las unidades a construir, lo que reduce la demanda de proyectos nuevos y limita las ventas en pozo. La ecuación también genera tensiones financieras: por un lado, desarrolladores que acordaron cuotas fijas en dólares ven cómo sus costos en pesos crecen más rápido que el tipo de cambio; por otro, ahorristas que pactaron pagos en pesos actualizados y proyectaban cubrirlos con dólares guardados enfrentan un descalce cada vez mayor.
Con costos que siguen ajustando por encima de la inflación general y un dólar sin sobresaltos, el sector de la construcción transita una etapa de márgenes comprimidos, decisiones postergadas y menor dinamismo, a la espera de un reordenamiento de precios relativos o de una mayor profundidad del crédito que permita reactivar la demanda.


























