Como una heladería, pero de alfajores

La Alfajorería fue el proyecto pandémico de una joven pareja. Un año después se convirtió en un prometedor negocio

A Magalí y Matías, la joven pareja detrás de La Alfajorería, las cosas no les resultaron sencillas al comienzo de la pandemia en el 2020. Ni ella pudo continuar atendiendo pacientes en su consultorio de kinesiología, ni él pudo seguir dando clases como profesor de Educación Física. En un intento por generar ingresos para “zafar la cuarentena”, comenzaron a producir alfajores artesanales que repartían a domicilio cada fin de semana. Menos de un año después, tienen un emprendimiento prometedor con cada vez mayor producción.

¿Por qué alfajores? “Buscamos lo que no había en Rosario, queríamos algo así como una heladería, pero de alfajores, tener un montón de gustos para elegir”, contó Magui, que siempre cocinó cosas dulces como hobbie, y que perfeccionó la técnica arriesgando sabores deslumbrantes. Hoy La Alfajorería cuenta con un surtido de 18 sabores fijos, más dos ediciones especiales que se pueden encargar a gusto del comensal.

Durante la semana toman pedidos a través de sus redes @Alfajoreria.rosario, y de jueves a sábado se ocupan de hacer llegar sus delicatessen a todo Rosario. Venden sus productos por docena o de a media docena, y cada caja se puede pedir de sabores variados. Todo, absolutamente todo es artesanal, y los gustos que proponen son un verdadero hallazgo.

Lo que en un principio sirvió para paliar una situación difícil se convirtió en un emprendimiento que llegó para quedarse. “Nos está dando buen resultado y nos gusta mucho”, seguimos trabajando de jueves a sábado pero ya estamos pensando en sumarle días a La Alfajorería y el próximo paso es buscar un local.

Arrancaron con una producción de algunas docenas semanales, y hoy ya cocinan 500 por cada finde. De manera intuitiva, fueron generando alianzas con las que sumaron fieles clientes: “Fuimos mandando alfajores a gente que hace reseñas de lugares en redes, a una nutricionista amiga le hicimos un alfajor en su honor que trasmitió en sus redes, hasta hicimos un alfajor exclusivo para un café de especialidad que abrió hace poco, el alfajor de su café”, enumera la joven pareja, de 26 y 27 años, que apuesta a hacer crecer su negocio dulce.

Entre los más pedidos, aseguran que se encuentra el alfajor Patagónico con chocolate y frutos rojos, le siguen el de lemon pie, sambayón, chocolate intenso, y el veraniego de maracuyá. “Armamos sabores para cada estación, sabemos que el verano los pedidos pueden bajar, pero le damos una vuelta y lo que queremos ahora es seguir apostando a los sabores especiales”, cuentan y aseguran que lo que la gente pide es justamente lo que no se consigue en otros lados: “el que menos se pide por ejemplo es el de maicena, que obviamente hacemos, pero se puede conseguir algo en un kiosco, lo que se destaca es que son sabores artesanales en serio: los rellenos y los sabores de cada tapa cambian según el gusto elegido”.

El negocio que arrancó para salvar un mal momento logró convertirse en gran parte de sus energías, y con un plus que Magalí destaca: “es un trabajo lindo, la pasamos re bien cocinando y la gente nos hace devoluciones muy lindas. Es hermoso mandar algo dulce a una casa! Imaginate que yo como kinesióloga en mi trabajo tal vez hago doler, bueno con los alfajores hago sentir re bien a la gente”.

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