Alejandro Bulgheroni presentó en Buenos Aires la unificación de todos sus proyectos vitivinícolas bajo una marca global: Alejandro Bulgheroni Family Vineyards (ABFV), un movimiento que ordena y da identidad a un trabajo de años en distintos terroirs del mundo. La arquitectura de marca reúne 15 bodegas en 6 países y más de 1.150 hectáreas de viñedos, con foco en vinos premium y producción sustentable.
La presentación coincidió con un reconocimiento de escala internacional: la revista Wine Enthusiast distinguió al empresario con el “Lifetime Achievement Award”, una de las máximas distinciones de la industria a nivel global.
El lanzamiento, realizado con una degustación de Viña Artesano en el Palacio Duhau, marca un punto de inflexión en la estrategia vitivinícola que Bulgheroni viene desarrollando desde hace más de dos décadas. En ese recorrido —que alterna entre energía, agricultura y vino— también aparece su historia personal ligada al interior productivo del país, con los orígenes familiares en la región de Rufino, un dato conocido en el sector pero presente como parte del itinerario vital que lo llevó a explorar distintas tierras y suelos.
Un mapa vitivinícola diverso
La nueva marca integra proyectos ubicados en regiones consideradas entre las más expresivas del mundo:
- Mendoza: Grupo Avinea, con Bodega Argento y Viña Artesano, su apuesta orgánica en Valle de Uco y Luján de Cuyo.
- Patagonia: Otronia, un viñedo extremo en Sarmiento (Chubut), donde el clima desafiante genera vinos con identidad propia.
- Uruguay: Bodega Garzón, posicionada entre las cinco mejores del mundo por su calidad, hospitalidad y desarrollo oleícola.
- Toscana, Napa Valley, Australia y Francia, completan la red global, siempre bajo la premisa de invertir únicamente donde el terroir permita expresar vinos singulares.
Durante la presentación, Bulgheroni volvió sobre una frase que el enólogo italiano Alberto Antonini —su asesor desde el inicio— le marcó como norte:
“Si tenemos buen terroir, tendremos buenos vinos; si no, no hay inversión que lo compense”.
Perspectiva sobre la industria argentina
Respecto al panorama local, sostuvo que la vitivinicultura argentina atraviesa un proceso sostenido de especialización y búsqueda de excelencia iniciado hace tres décadas. Destacó el potencial del Malbec en sus distintas expresiones y terroirs, incluso en regiones inesperadas como la Patagonia profunda:
“Un Malbec de Otronia no se parece a ningún otro. La uva todavía tiene mucho para dar desde distintos suelos del país”.
El vino como herramienta de arraigo
En el caso de Otronia, el empresario explicó que el objetivo no fue únicamente enológico. La iniciativa permitió generar nuevas oportunidades laborales en una zona donde la actividad petrolera deja poco margen para jóvenes y mujeres.
“No es solo elaborar vino; es unir tradición, naturaleza y comunidad”, afirmó.
Un proyecto aún en expansión
Con la nueva marca ya presentada y el reciente premio internacional, Bulgheroni anticipó que seguirá explorando regiones con potencial vitivinícola, guiado por la misma premisa que ordena todo su proyecto: buscar suelos capaces de producir vinos verdaderamente únicos.




























