Durante el segundo día del Congreso Aapresid, con la fuerza de Expoagro, las tendencias en Sistemas Productivos Sustentables tuvo un rol protagónico y fue abordado desde numerosos ángulos. A lo largo de diversos paneles surgieron recomendaciones de manejo que buscan potenciar la recuperación de la biodiversidad en los sistemas productivos, con estrategias de rediseño por ambientes y la inclusión de cultivos alternativos que pueden aumentar la expresión de procesos sustentables.
Durante el panel Sistemas Productivos Sustentables: desafíos y oportunidades a futuro, compartido junto a Diego Rotili (FAUBA), Lucas Garibaldi (INRAD) señaló que “la pérdida de biodiversidad en los últimos 50 años en Argentina y todo el mundo representa una disminución en la capacidad del planeta para sostener la vida humana”.
De ahí que resulte tan importante encarar la transición hacia paisajes multifuncionales, un uso de insumos menos intensivo, pero intensificado en el uso del conocimiento. En este camino, según el experto, “el cambio sostenible apunta a potenciar interrelaciones que existen en la naturaleza, por ejemplo, incorporar corredores biológicos que conectan parches de hábitat natural y seminatural, y reconocer la heterogeneidad del terreno”.
En cuanto al rol de la biodiversidad en los sistemas ganaderos, Garibaldi afirmó que “la ganadería es una aliada indiscutible y se integra muy bien a los sistemas productivos sustentables, justamente porque promueve coberturas permanentes con pasturas y genera una mayor diversidad de usos y de ambientes”, indicó.
Los beneficios ecosistémicos de los cultivos alternativos
Otro de los paneles se centró en los beneficios de los cultivos energéticos y contó con las disertaciones de Daniel Miralles (FAUBA), Carina Álvarez (FAUBA), Juan Pablo Hernández (UNER), Fernando Solari (Consultor) y referentes de empresas.
Daniel Miralles, Ing. Agrónomo y Dr Ciencias Agropecuarias de la UBA se refirió a diversos ensayos que alientan la incorporación de cultivos energéticos, como colza/canola, camelina y carinata, todos de alta calidad destinados a aceite para consumo humano o biocombustible para aeronaves.
Miralles advirtió que estos cultivos “son muy susceptibles al anegamiento, entonces requieren suelos livianos o suelos pesados, pero sin encharcamiento”. En la misma línea aclaró que “la carinata y la colza son muy susceptibles a las heladas”. Salvando estas limitaciones, el investigador afirmó que en Argentina pueden ser “cultivos invernales en el sur, facultativos en el centro de la zona núcleo y de ciclo corto en el norte”.
Otro punto a favor de los cultivos energéticos es que tienen ciclos muy cortos, entonces donde el barbecho está descubierto estos son ideales para la intensificación. “Son de cobertura con renta”, argumentó. A su vez, si bien no se destacan por su rendimiento, el especialista resaltó que están certificados para el uso del nitrógeno por la huella de carbono. “El desafío es combinar los tipos de fertilización para aumentar su potencial”, sostuvo el investigador.
Hacia adelante los investigadores coincidieron en que es clave promover la generación de conocimiento en estas tendencias y alternativas, en un trabajo sinérgico entre las empresas, las universidades, el INTA y los asesores privados, para reducir la incertidumbre y aumentar la posibilidad de adopción.