La ecología tiene un mito menos

Una idea muy difundida en ecología sostiene que en regiones áridas, ciertos hongos que viven dentro de las plantas (endofitos) le otorgan a los pastos tolerancia a la sequía. Ecólogos de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) relevaron la literatura científica clave en ese tema y hallaron que el 79% de las publicaciones que apoyan esa idea carece de respaldo experimental. Además, encontraron que los métodos que se usaron en el 21% restante invalidarían las extrapolaciones a sistemas muy áridos como los de la Patagonia. Los investigadores llamaron la atención sobre la necesidad de realizar experimentos que validen las teorías en todas las condiciones y remarcaron la importancia económica del endofito.

“Hace tiempo empezamos detectar algunas incongruencias entre la literatura en el tema y los resultados de investigaciones en la Argentina. La idea difundida decía que en los sistemas donde llueve más, el impacto de estos hongos es menor (y viceversa), y que en regiones áridas, los endofitos hacen que los pastos toleren más la sequía. Sorprendentemente, esta generalización no incluía condiciones de aridez extrema. Nuestros estudios muestran lo contrario: en la Patagonia, con menos de 400 mm/año, la incidencia del endofito y la precipitación se relacionan de forma positiva: a menos lluvia, menos infección por endofitos. Esto pone en tela de juicio la tolerancia de los pastos a la sequía por acción de estos hongos. En condiciones tan limitantes, otros factores serían más importantes que el endofito para la supervivencia de las plantas”, puntualizó Pedro Gundel, docente de la cátedra de Ecología en la FAUBA.

 

Para ahondar en las raíces del problema, Gundel, quien también es investigador adjunto del Conicet, y su equipo sintetizaron la literatura publicada sobre la temática, usando la base de datos Scopus. El trabajo fue publicado en la prestigiosa revistaJournal of Arid Environments. “Buscamos por las palabras clave ‘endofito’ y ‘sequía’, y aparecieron 190 papers, de los cuales 126 no incluían experimentos de sequía y 25 eran revisiones. Sólo 39 eran experimentales. Sin embargo, 21 de estos últimos no empleaban vegetación de zonas áridas, sino forrajeras de regiones húmedas como festuca alta (Festuca arundinacea) y raigrás perenne (Lolium perenne). Nuestro mensaje es claro: no hay pruebas que permitan generalizar que el endofito confiere a los pastos resistencia a la sequía”.

Además, el investigador añadió que los experimentos manipulativos poseían sesgos metodológicos como estar realizados con plantas domesticadas, en macetas y en escalas temporales breves, menores al tiempo de vida de una planta. “Desde mi punto de vista, esto invalida las extrapolaciones a sistemas áridos, altamente variables entre años, con vegetación silvestre. Cuando uno estudia la incidencia del endofito en la naturaleza está integrando una cantidad de procesos poblacionales a lo largo de períodos de tiempo muy largos. Para que luego no se fijen ideas ecológicas erróneas, los experimentos deberían necesariamente contemplar todas estas situaciones”.

Simbiosis en acción

En sentido estricto, la palabra endofito se refiere a cualquier microorganismo que vive dentro de una planta. “Nosotros, sin embargo, nos adueñamos del término para hablar de hongos del género Epichloë que crecen entre las células de la parte aérea de algunos pastos en climas templados. Forman una simbiosis mutualista, lo que significa que tanto el pasto como el hongo se benefician. Mientras el endofito produce alcaloides y protege a la planta de la herbivoría, la planta asegura la reproducción del hongo”, explicó Gundel al sitio de divulgación científica Sobre La Tierra.

El estudio del endofito cobró importancia agronómica, ecológica y económica a partir de los años 70, cuando en EE.UU. y Nueva Zelanda aparecieron intoxicaciones graves en vacas y ovejas, asociadas a los alcaloides de los hongos que vivían dentro del forraje. Al respecto, Pedro señaló: “Agronómicamente era un problema muy grande. En su momento murieron muchos animales y se conocía poco y nada de esta simbiosis. Ese fue el momento en que el estudio de las relaciones planta-hongo recibió un gran impulso. Hoy se sabe que los endofitos producen alcaloides ergóticos en festuca alta y lolitren B en raigrás, y que son los responsables de las intoxicaciones mencionadas”.

“En la Argentina, las poblaciones de festuca alta, una de las forrajeras importantes del mundo, presentan un grado alto de infección con endofitos. Esta especie es exótica, pero está naturalizada. Por otra parte, también hay pastos infectados que naturalmente no producen alcaloides tóxicos para el ganado, como el raigrás anual (Lolium multiflorum), también exótica. Llama la atención la amplia difusión natural de estas especies y sus hongos endofitos, ya que en la región pampeana casi no se encontraron especies nativas con este tipo de simbiosis. Sí existen especies nativas infectadas en la Patagonia y en pastizales de altura”, comentó Gundel.

Los pastos son de nosotros…

Según cuenta el investigador, los casos de intoxicaciones en animales llevaron a mejoradores y agrónomos a eliminar al endofito del forraje por medio del uso de fungicidas. Tal solución era posible ya que para las plantas, este tipo de simbiosis es facultativa (pueden vivir perfectamente sin el hongo). Sin embargo, los ensayos con variedades forrajeras sin endofitos mostraron una rápida caída en la productividad y en la persistencia. Las pasturas no duraban más de 2-3 años.

“En el año 2001, la estrategia cambió, y los agrónomos prefirieron conservar la simbiosis, pero buscando en la naturaleza aquellos endofitos ‘benéficos’ para las plantas y no tóxicos (o ‘seguros’) para la producción pecuaria. Realizaron numerosos relevamientos en diferentes sistemas, hasta que finalmente los encontraron. Así fue como se empezó a reemplazar a los endofitos tóxicos por los no tóxicos en distintos cultivares de plantas forrajeras. Hoy en día existen empresas privadas de Nueva Zelanda y Australia que patentaron y comercializan endofitos, mejorando el desempeño de las forrajeras sin afectar al ganado con sus alcaloides. Estos productos ya se usan el países como Estados Unidos, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Uruguay y Australia, y tal vez pronto lleguen a nuestro país, cuando se acepte su liberación comercial”, concluyó Gundel. (Prensa FAUBA)

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