En el soja vs maíz, sigue afirmándose el maíz con un aumento de área del 17% en zona núcleo

Pero el estancamiento de rindes que se percibe en soja, tambien se ve en el sistema. Técnicos y especialistas aseveran que es un problema de fertilidad química y física de los suelos por manejos defensivos y márgenes de escasez.

Lluvias de julio: el impulso que consolida un arranque excepcional del trigo

El año pasado en esta misma fecha, el 10% del cultivo ya mostraba signos de deterioro producto del frío intenso y la falta de humedad, y el resto se clasificaba como bueno. Este año, gracias a las lluvias registradas en julio, el 40% del trigo se encuentra en estado excelente, el 55% en muy bueno y apenas un 5% en bueno.

Desde Corral de Bustos afirman que “los trigos están hermosos”. Las lluvias de julio fueron claves para consolidar un excelente arranque. En María Susana, los productores también reconocen una condición superior a la campaña previa. En Bigand“las lluvias recientes favorecieron la activación de nutrientes clave como el nitrógeno, mejorando la condición de los lotes que venían resentidos por las heladas”. En General Pinto, tras los 42 mm de julio, los productores coinciden en que el escenario actual es muy distinto a los inviernos anteriores. “El rinde depende, en gran medida, del agua disponible en julio y agosto, y de un ambiente fresco durante el llenado de granos, pero sin heladas tardías. Si todo acompaña, podemos aspirar a 70 qq/ha; si no, podríamos caer a 20 qq/ha o menos. Por ahora, venimos muy bien”, resumen.

En soja vs maíz, el maíz afirma un 17% de aumento en el área intencionada

Las lluvias del 22 al 24 de julio privilegiaron la zona que había quedado con menor cobertura la semana pasada, el norte de Rosario, y sumaron milímetros en el oeste de la región núcleo.

Además del valor que tiene para la condición del trigo, suma para la siembra de maíz en dos meses. Los técnicos aseguran que con esta humedad “es un año para fertilizarlo bien”, aunque “no es tan fácil encontrar financiamiento y volvemos a hablar de tasas (de retornos) que hacen que uno se replantee muchas veces las decisiones agronómicas”.

Con una intención de siembra que apunta a un incremento interanual de 17% en el área maicera, la región núcleo podría registrar 1,9 M ha  con maíz.

Un factor que pesa en contra de la soja, que se viene repitiendo, es la de los “rindes estancados”. Al respecto, preguntamos a los técnicos del área, analizamos los rindes de la región para las últimas 16 campañas y hablamos con dos referentes claves del mejoramiento en Argentina.

¿Por qué los rindes de soja se han estancado en la región núcleo?

Los técnicos coinciden en señalar en que es un problema con muchos factores, y que lo principal es un problema de fertilidad química (falta de fertilización) y fertilidad física de los suelos, ya que se relaciona con la disponibilidad de agua para el cultivo. En general, el problema genético queda por detrás. “Estamos muy lejos de poder aprovechar el potencial de los materiales de siembra”, comentan. En general, los técnicos advierten sobre una degradación tecnológica en los ultimos añosmenos inoculantes, fertilización escasa, control deficiente de malezas y repetición de soja sobre soja en campos alquilados.

Un agrónomo de Aldao afirma “para mí, lo más importante es la falta de fertilización, especialmente con fósforoAl cultivo hay que invertirle para se exprese, hay que darle de comer, y hace mucho que no le ponemos en el plato una costeleta. En números, el margen promedio que le dejó a la gente la soja está entre los 100 a 120 u$s/ha y si fertilizas, tenés que descontarle a eso 20 U$s/ha”. Desde Bigand agregan “muchos productores usan variedades liberadas, más antiguas”. En Pergamino, el diagnóstico apunta a que “la baja rentabilidad lleva a una fertilización mínima y al uso de insumos genéricos de baja calidad”. En General Pinto, explican: “aparte de lo que llueve, la eficiencia de captación del agua es muy importante. En el mejor de los casos capturamos solo un 60%. Y esto depende de la fertilidad física de los suelos. El potencial de almacenamiento de los suelos tambien es otro índice en deterioro. Vemos problemas de compactación y falta de estructura, y metiéndonos en el tema químico, perdida de fósforo y micronutrientes, y algo que notamos cada vez mas, acidificación de los suelos”.

¿Es un problema sólo de la soja?

Durante mucho tiempo las miradas sobre el estancamiento de los rindes apuntaron directamente a la soja. Sin embargo, los datos de campaña parecieran apuntar otra cosa.

 

 

Al comparar soja y maíz, es tan leve la tendencia positiva en ambos cultivos que indica que no hay una mejora significativa a lo largo del tiempo. Esto sale de analizar el gráfico sobre la evolución del rendimiento promedio de soja y maíz en región núcleo a lo largo de las últimas 16 campañas, exceptuando la 2022/23 por su sequía extrema. Es interesante señalar que el valor R2el coeficiente de determinación, muestra valores muy bajos que indican que no hay un patrón claro de mejora sostenida en los rindes. En el caso del maíz, los rindes oscilaron entre 60 y 110 qq/ha, incluyendo la campaña de la sequía, mientras que la soja estuvo entre 25 y 42 qq/ha, con el mínimo también en la campaña 2022/23.

En el maíz se advierte una dispersión mucho mayor que en la soja; cuando rinde bien, se pueden obtener mayores retornos. Por el contrario, la soja es “más estable”, lo que contribuye a ser tomada como “caballito de batalla”, siendo más confiable en las “malas”, pero con menor margen de mejora bajo buenas condiciones climáticas.

 

La opinión de dos especialistas

Para Rodolfo Rossi, un referente fundamental en genética vegetal en Argentina, la clave no está en la genética sino en el manejo y el aprovechamiento del paquete tecnológico. “La ganancia genética en Argentina es comparable a la de Brasil, pero allá se aplica todo el paquete. Acá no se fertiliza ni se reponen nutrientes. En soja, más del 60% de los productores no devuelve al suelo lo que se lleva en fósforo y azufre”, explica. Y agrega que la rotación no alcanza si no va acompañada de una nutrición adecuada: “el maíz extrae grandes cantidades de fósforo, azufre y necesita nitrógeno para rendir. La soja puede arreglarse con el nitrógeno, pero eso no justifica dejar de fertilizar. También señala otro punto, que coincide con lo que se observa con el gráfico de rindes de soja y maíz para la región núcleo: “se habla de la brecha con Brasil en soja, pero la diferencia en maíz con EE.UU. es todavía mayor”. En definitiva, la conclusión, coincidiendo con la visión de los técncios de la región: “si el productor no ve márgenes, baja tecnología… y así, no hay genética que pueda salvarlo”.

 

Según Matías De Felipe, especialista en ganancia genética, el problema del estancamiento de los rindes en Argentina no pasa por una falta de mejora genética. “La tasa de ganancia en los cultivares utilizados en el país no ha caído” asegura, y lo respaldan estudios recientes como los de Abdala et al. (2024) y De Felipe et al. (2016). “El mejoramiento genético ha estado orientado a maximizar el rendimiento potencial, dejando en segundo plano la estabilidad. Por eso, en ambientes degradados o en condiciones con bajo uso de insumos, como ocurre en buena parte del sistema productivo argentino, los materiales disponibles no logran expresar todo su potencial”. Esa limitación, está ligada a un manejo agronómico deficiente típico de estrategias defensivas ante márgenes escasos y mucho más en situaciones de arrendamiento, como una fertilización inadecuada, la falta de rotaciones y a los vaivenes del clima.

Comentarios