El anuncio de la reducción de retenciones realizado por el jefe de Gabinete y ministro de Economía, Luis Caputo, generó rápidas repercusiones en el sector agropecuario. La medida comprende una baja de dos puntos porcentuales para la soja (del 26% al 24%), de dos puntos para sus derivados (del 24,5% al 22,5%), y descensos similares para trigo y cebada (del 9,5% al 7,5%). Además, se reducen un punto las alícuotas para maíz, sorgo y girasol.
Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), destacó que la decisión “confirma el compromiso del presidente Milei y de su Gobierno con el camino hacia retenciones cero”. Según el dirigente, más allá de los porcentajes, lo relevante es la orientación general de la política económica: “Es otro paso en la dirección correcta para eliminar un impuesto que consideramos nefasto”.
Pino sostuvo que la medida implica un alivio fiscal estimado en “casi 600 millones de dólares” que dejarían de recaudar las arcas nacionales y quedarían en manos de productores y empresas del complejo agroexportador. “Es una cantidad importante de plata, y demuestra la voluntad del Gobierno de avanzar en la reducción de la presión tributaria mientras cuida el equilibrio fiscal”, señaló.
Impacto esperado en la inversión
El titular de la SRA aseguró que la mayor disponibilidad de recursos se traducirá en un aumento de la inversión privada. “El campo ha demostrado muchas veces que cuando le va bien, a la Argentina le va bien. La economía de todas las ciudades y pueblos vinculados a la producción agropecuaria se dinamiza automáticamente”, afirmó.
En ese sentido, proyectó que habrá más compras de maquinaria agrícola, camiones, tractores, tecnología aplicada y equipamiento vinculado al aumento de la productividad. “El mundo demanda lo que Argentina produce. Para acompañar esa demanda, el agro necesitará invertir más y mejor”, agregó.
Respuesta a las críticas
Frente a los cuestionamientos de sectores políticos y económicos que tildaron la medida como un beneficio para “sectores concentrados”, Pino lo negó de plano. “Si hay una actividad atomizada en la Argentina es la producción agropecuaria. La geografía del país lo demuestra”, expresó.
Además, recordó que el agro es uno de los sectores que más aporta en concepto de impuestos y que soporta los derechos de exportación incluso en momentos de pérdidas: “Es un impuesto distorsivo porque cuando al productor le va bien, le quitan, y cuando le va mal también. Eso erosiona el capital de trabajo”.
Pino consideró que “nadie está en capacidad de etiquetar al productor” y defendió la necesidad de seguir avanzando hacia un esquema tributario que incentive la producción, la inversión y el desarrollo regional.



























