El desembarco definitivo de Uber parece inevitable, impulsado por la propia dinámica del mercado y por un consumidor que prioriza el bolsillo. En Rosario —aunque el servicio todavía espera su reglamentación formal— el uso de la app ya está instalado, incluso en el propio sector taxista, que encontró en la plataforma una forma de sostener ingresos en horarios donde no hay demanda en la calle.
“Yo te diría que arriba del 90% de los taxis trabajan como Uber o taxi según el horario. A la mañana muy temprano con este frío no encontrás a nadie caminando, pero sí hay mucha demanda de gente que va a trabajar, así que ahí usamos Uber. Después de las 10 ya hay movimiento en la calle y conviene volver a trabajar como taxi porque deja más margen”, explicó sin vueltas un chofer local.
Ese esquema dual, que mezcla taxi tradicional con viajes por aplicación según convenga, se consolidó casi sin regulación. “Ahora por ejemplo, como estaba en Funes, encendí la app de Uber para recibir algún cliente que me lleve para el centro, la dejo a usted y después sigo trabajando como taxi”, detalló el mismo conductor.
El ahorro para el pasajero termina siendo un factor decisivo. Hoy un viaje desde Funes al centro de Rosario supera los $27.000 en taxi, mientras que en Uber —muchas veces en el mismo auto— el costo ronda los $13.500, la mitad del precio. Esta diferencia alimenta la preferencia del usuario por la app y, al mismo tiempo, refuerza su expansión.
Mientras tanto, desde Uber confirmaron que están en conversaciones con la Municipalidad de Rosario para avanzar en la reglamentación, buscando normalizar un funcionamiento que, en la práctica, ya domina el escenario del transporte urbano e interurbano.
Así, con o sin ordenanza, la ciudad se mueve, literalmente, al ritmo de Uber.