Gabriel Redolfi camina por las salas del Museo Estévez, un edificio que conoce como pocos. No solo por ser uno de los principales impulsores de su restauración, sino porque, como confiesa, ese lugar lo emociona. “Es mi primera exposición. Y encima en el Estévez. Es una emoción y una responsabilidad que a veces me desborda”, dice con la humildad de quien, pese a haber dejado su huella en el skyline rosarino, hoy se presenta como “un advenedizo en esto de exponer una obra de arte”.
La muestra se titula “Universos materiales”, y desde el nombre ya anticipa el protagonismo de la materia. “Tiene que ver con la variedad de materiales que uso: yeso, porlan, látex, sintéticos…”, enumera Redolfi. “Materiales que dialogan, pero a veces también se pelean. Y eso es lo interesante”.
La exposición se inaugura el viernes 13 de junio a las 19 h en San Lorenzo 753, con entrada libre y gratuita, y cuenta con la curaduría del artista plástico Juan Balaguer, una figura central de la escena artística rosarina.
Redolfi no es ajeno al arte. “Desde la secundaria iba a talleres de dibujo y pintura, aprendí todas las técnicas”, recuerda. De hecho, obtuvo un primer premio nacional con técnica impresionista en su adolescencia. Pero luego se alejó del circuito artístico. “Lo hacía muy para mí, me encerraba en mi taller, enchastraba y listo. Me liberaba”.
Porque, en efecto, para él la pintura es eso: libertad. “Es una forma de volcar energías y sentimientos con un grado importante de impunidad. En mi profesión como arquitecto eso no se puede. Todo lo que construyo tiene una gran carga de responsabilidad”.
En el taller que tiene en su casa, acompañado por un gin tonic o una copa de vino, Redolfi trabaja sobre paneles de gran tamaño —de hasta 2,60 x 1,80 metros— colocados en el piso, mezclando texturas, líquidos y sólidos, colores y tensiones. “Voy con espátulas, con aparatos que me armé con madera, voy barriendo, mezclando, salpicando. Me meto dentro de los materiales”.
La música es parte esencial del proceso: “Pink Floyd a todo volumen, canto gregoriano o hard rock, según el ánimo del día”. Y ese ánimo se cuela en cada trazo. “Vas a encontrar obras con mucha energía, otras más calmas, algunas que transmiten tensión y otras que relajan. Tiene que ver con cómo estaba yo en ese momento”.
Sus obras se inscriben en lo que llama “un expresionismo abstracto”, donde no hay un mensaje cerrado ni una interpretación obligada. “Lo que uno quiere decir queda en la interpretación de quien lee la obra”.
El contraste con su trabajo como arquitecto no podría ser más marcado. “En la arquitectura son ciclos muy largos, cuatro o cinco años. En la pintura, estas obras las terminé en cinco o seis horas de trabajo intenso. Es visceral, espontáneo. Es volcar las entrañas en el cuadro”.
Así, con entrega, cuerpo y emoción, Gabriel Redolfi se anima a mostrarse como nunca antes. Y lo hace en un museo que ayudó a recuperar, en una ciudad que ayudó a transformar, pero desde un lugar nuevo: el de un artista que pinta sin reglas, sin planos y sin permiso.
“Universos materiales” puede visitarse desde el 13 de junio en el Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez, frente a Plaza 25 de Mayo. Un viaje sensorial al otro universo de Redolfi, donde la materia no representa: es.