Mientras la inflación comienza a mostrar señales de desaceleración en algunos rubros, el precio de la carne sigue bajo la lupa de consumidores y analistas. En ese contexto, Sebastián Bendayán, referente de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe, brindó definiciones claves.
“La carne ya tuvo su actualización hace 30 días. En las carnicerías de Rosario el incremento es de entre 1,5% y 2%”, explicó, y aseguró que los movimientos de precios en este segmento son mucho más moderados que en otros alimentos. “Comparada con otros productos de la canasta, la carne no está cara. Lo que hay es una pérdida del poder adquisitivo muy fuerte”, remarcó.
Bendayán estimó que el aumento acumulado para el mes de mayo en el precio de la carne fue del 2%, y que de mantenerse las condiciones actuales, no superaría un 5% en total. “El consumidor siente el impacto porque su salario rinde menos, no porque la carne se haya disparado”, subrayó.
En cuanto a las condiciones estructurales del sector, el dirigente señaló que el impacto de la sequía todavía se hace sentir. “Padecemos las secuelas desde hace dos años. El productor ganadero no ve políticas rentables a largo plazo, y eso también condiciona a toda la cadena”, explicó.
Finalmente, alertó sobre un desfasaje estructural que condiciona la oferta y demanda: “Tenemos el mismo stock ganadero que hace años, pero la población se duplicó. Eso genera tensiones, y sin políticas de fondo, no hay previsibilidad para ampliar la producción”, advirtió.
Desde el sector frigorífico sostienen que no hay especulación ni aumentos desmedidos, sino un contexto general de crisis del consumo. La carne, históricamente tomada como un termómetro de la economía argentina, vuelve a poner en evidencia la complejidad del momento: precios contenidos, pero bolsillos cada vez más flacos.
