La reciente habilitación para adquirir productos de línea blanca en el exterior ya empieza a impactar en el consumo. Con Chile como principal destino, muchos argentinos aprovechan para comprar electrodomésticos a valores considerablemente más bajos que en el mercado local.
Por ejemplo, una heladera mediana en Chile puede costar $250.000, menos de la mitad que en Argentina, donde ronda los $522.000. Las cocinas se consiguen con 50% de diferencia ($215.000); los lavarropas, con un 40% menos ($494.000 en el país); los aires acondicionados, a un tercio del precio local ($362.000), y los hornos eléctricos, también un 40% más baratos ($215.000).
La disparidad responde a cargas impositivas más altas en Argentina, costos logísticos internos y diferencias en las estrategias comerciales. Mientras en el país los sobrecostos se acumulan a lo largo de toda la cadena, del otro lado de la cordillera los mismos productos están disponibles a valores mucho más accesibles.
De todos modos, no todo es ventaja en la compra externa. Las tiendas argentinas suelen ofrecer financiación en cuotas sin interés, garantía con cobertura nacional y entrega a domicilio, beneficios que muchas veces no se contemplan en las importaciones personales.