Se vende casi nueva esta Play 4”, dice la oferta. No esconde el polvo de sus hendijas y la foto está tomada con flash. La imagen es seca, no tiene filtros. Y lo más importante: aunque no hace público el precio, posiblemente cueste menos de lo que cuesta en el mercado.
En lo formal, Marketplace es un espacio para que las personas descubran y encuentren artículos que les interesan para comprar o vender.
Y, desde el vamos, en el Marketplace de Facebook nadie caretea nada, tampoco hay espacio para la sofisticación ni para el misterio: la única verdad es la realidad.
Se sabe porque casi toda la humanidad está ahí: Facebook es un espacio para que las personas se conecten, compartan, descubran y, también, se ha utilizado —desde los incipientes grupos y las ferias online— para comprar y vender productos.
A medida que esta tendencia creció a nivel mundial, los ingenieros de la red social crearon Marketplace y que ese sea el espacio concreto donde los usuarios puedan comprar, vender y buscar cosas que quieran.
En su espíritu, Marketplace tiene algo de nostalgia del viejo Mercado Libre (y de las páginas semejantes que luego fueron absorbidas o bien terminaron desapareciendo): precios de reviente, buena mercadería y nula comisión. ¿Qué se consigue?
Desde celulares usados pasando por prendas, muebles, videojuegos, bazar, autos, juguetes para bebés, materiales para la construcción, discos, libros, historietas, etcétera, etcétera y no entran los etcéteras.
La sensación de mercado infinito y scrolleable, una especie de Ejército de Salvación de Pompeya 2.0. Algo que creció en estos tiempos de crisis, según un informe publicado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
“En 2016 lanzamos Marketplace con el fin de darle un espacio a todas las personas que formaban parte de grupos de compra y venta en la plataforma. Vimos que una de las razones más comunes por las que las personas usaban
grupos era para comprar y vender, así que creamos Marketplace para mejorar aún más esa experiencia y abrirla a más personas. Allí, las personas también pueden usar Messenger para comunicarse”, explica Thiago Moreira, director de Marketplace para América latina.
Como las audiencias más jóvenes fueron migrando hacia Instagram (según una investigación de Digiday, “Instagram es la plataforma ideal para llegar a las audiencias de menos de 20 años”), Facebook se convirtió en un territorio
más propicio para los adultos mayores.
De hecho, la consultora eMarket aseguró que, por ejemplo, en los Estados Unidos la red social Facebook está perdiendo usuarios en un volumen mayor al que esperaban. Y que, en 2018, cosecharon 1,3 millones de usuarios menos que Instagram y 4,9 millones menos que Snapchat. ¿Entonces?
Ese movimiento garantizó a Facebook convertirse en el reservorio adulto, en la primera gran red social donde habitan mamás, papás, tíos y abuelos.
Mientras, en el vértigo de tener a Facebook como la principal ventana de navegación de internet (la Asociación Servicios Integrales para el Envejecimiento Activo de España señala que “el 44 por ciento de las personas mayores
de 65 años utiliza Facebook y WhatsApp como red social”), la oportunidad de conocer mercados digitales queda a mano. Memes políticos, comentarios a El Cronista, saludos cumpleañeros y compra, venta y permuta todo a mano, a un mismo clic de distancia, sin salirse de Facebook. Ahí la ventaja de Marketplace.
Entretanto, el antecedente del Marketplace radica en los grupos en los que, también, se juntan usuarios con intereses particulares. Incluso, muchos de esos grupos todavía persisten y están atravesando su momento más luminoso. Tal es el caso de Cheap 2 Cheap CABA que, al momento de escribir este artículo, cuenta con 33.456 usuarios activos y funciona desde el 18 de octubre de 2016.
“En Cheap 2 Cheap CABA se publica, se describe el producto, se sube fotos y los usuarios pueden poner el precio o no”, apura Agustín Herrero, un distribuidor de
lubricantes que, asimismo, oficia de responsable y creador del grupo.
De paso, ¿por qué algunas publicaciones van sin precio? “Porque después se presta a confusión cuando la publicación es vieja y, al vivir en la Argentina,
varían los precios de una semana a la otra.”
¿Cuál es la principal ventaja competitiva de Marketplace y los grupos de Facebook? Mientras sitios como Mercado Libre cobran un 15 por ciento de comisión, Marketplace no cobra ninguna. ¿Cuál es el riesgo de esa transacción? Que no está mediada por nadie. ¿Cómo puede garantizarse cierta seguridad? Por lo verosímil del perfil y los siempre fieles “amigos en común”.
De manera que, en rigor de verdad, cada intercambio se autorregula a sus reglas, bases y condiciones. Ahí flotan el cómo, cuánto, dónde, cómo y por qué. “Facebook no interviene en las interacciones y ambas partes son responsables de todo el proceso de compra y venta, transacción, envío, etcétera”, apunta la voz de Marketplace.
A la sazón, todas las publicaciones deben cumplir con las Políticas de Comercio
de la red social (en las que se detalla qué se puede vender en Facebook) y las Normas Comunitarias (relacionadas con imágenes y descripciones).
Dentro de tanta libertad, ¿existen casos extremos? Por supuesto, como este: “Una mujer recuperó una bicicleta que le habían robado y que el ladrón publicó para la venta en un aviso de Facebook”, apunta un titular del matutino Clarín.
“El ladrón subastaba la bicicleta en $ 7.000”, seguía el periódico. En consecuencia, ¿toda la mercadería es de procedencia dudosa o proviene de actividades ilícitas?
Ni cerca. Hay un tendal de particulares que encontraron en Marketplace y en los grupos de compra y venta una manera de deshacerse de sus cambalaches, de ofrecer su producción, de conseguir lo inconseguible.