En las grandes ciudades, estacionar se volvió una especie de safari urbano. Se da vueltas, se calcula, se reza para que alguien justo saque el auto. En ese contexto, cualquier solución alternativa gana terreno. La aplicación Izi Park detectó una oportunidad en un lugar impensado: los frentes de garajes.
La propuesta es sencilla y polémica al mismo tiempo: propietarios que no usan todo el día su cochera pueden “liberar” el espacio de su vereda a través de la app, y otros conductores pueden estacionar allí pagando por minuto. Así, lo que hasta ayer era un espacio estrictamente prohibido para terceros, se convierte en un bien transable en el mercado digital.
En Rosario ya hay siete frentistas registrados que ofrecen sus espacios. Y aunque pueda parecer anecdótico, la presencia de la plataforma en la ciudad marca un punto de inflexión: si la práctica crece, puede cambiar la dinámica cotidiana del estacionamiento en zonas densamente pobladas.
Cómo funciona la app
Izi Park conecta a dos tipos de usuarios: los “hosts” (dueños de garajes) y los conductores que necesitan estacionar. El anfitrión carga en la app la ubicación, el tamaño del espacio y los horarios disponibles. El conductor, por su parte, busca un lugar cercano, reserva y paga con una moneda virtual llamada Izi Coins, que se carga mediante Mercado Pago u otros medios electrónicos.
La app cobra una comisión y el resto va al propietario. Según las tarifas de referencia, estacionar cuesta alrededor de $9 por minuto, y hay hosts que calculan ingresos mensuales que, si el espacio se usa a tiempo completo, podrían superar los $300.000.
Lo público, lo privado y la vereda
La idea es ingeniosa, pero también abre interrogantes legales y culturales. El frente de un garaje es parte del espacio público y, por ley, está prohibido estacionar allí salvo que se trate del titular. ¿Qué ocurre cuando ese “permiso” se terceriza a través de una app? ¿Quién controla si se cumple con las normas municipales?
En Rosario, donde el estacionamiento medido y las infracciones por mal estacionamiento son parte del paisaje urbano, este tipo de plataformas podrían generar tensiones con la regulación local. Por ahora, Izi Park opera de manera incipiente, sin un marco normativo específico.
Más que una app: un síntoma de época
Lo interesante no es solo la aplicación, sino lo que revela: en medio de la falta de espacio y la regulación insuficiente, surgen soluciones privadas que colonizan zonas grises del espacio urbano. Lo que antes era “mi garaje y mi vereda”, ahora puede convertirse en un microemprendimiento conectado a una plataforma nacional.
Al igual que ocurrió con apps de delivery, transporte o alquileres temporarios, Izi Park se mueve en los márgenes de la norma, ofreciendo eficiencia donde el sistema tradicional no da abasto. Pero también corre el riesgo de tensionar las reglas de convivencia en la vía pública.
Un debate que recién empieza
Que en Rosario ya haya hosts registrados es apenas un primer capítulo. Si el fenómeno crece, obligará a discutir hasta dónde llega el derecho del frentista, cómo se regula el uso del espacio público y qué rol tiene el municipio frente a este tipo de innovaciones.
La pregunta de fondo es si estamos ante una solución ingeniosa o ante una privatización silenciosa de la vereda. Como en casi todos los cambios urbanos impulsados por tecnología, la respuesta probablemente esté en algún punto intermedio.