A casi una década de la implementación del Metrobús en avenida Alberdi, el rechazo vecinal vuelve a cobrar fuerza. Ciro Rizzi, referente de los comerciantes de zona norte, expresó su posición sin rodeos: “Fue una imposición. Nunca nos consultaron y los efectos están a la vista: accidentes, incomodidades, caída del comercio y un barrio desmejorado”.
El sistema de transporte, que en su momento reemplazó la idea original de carriles exclusivos, fue inaugurado bajo el gobierno de Mauricio Macri y con participación del municipio rosarino. Según Rizzi, el problema fue de origen: “Ni los accesos peatonales ni el diseño del sistema se pensaron para esta zona. Hoy tenés que cruzar al cantero central por un espacio mínimo, entre colectivos que circulan a 60 km por hora. Es una trampa”.
Además del riesgo vial, con cinco muertes registradas y siniestros cotidianos no denunciados, los comerciantes también apuntan a la ineficacia del sistema: “Entre calle Génova y calle Junín, el colectivo ahorra apenas un minuto y medio. ¿Vale la pena todo este trastorno por ese tiempo?”, se preguntó.
En cuanto al impacto económico, Rizzi fue categórico: “Nos afectó mucho. Se perdió visibilidad comercial, se oscureció el entorno, y el flujo peatonal cambió. Tenemos datos de encuestas propias, con vecinos y comerciantes, que muestran un 85% a favor de eliminar el Metrobús”.
Pese a la magnitud de la obra, Rizzi asegura que su desmantelamiento sería posible si se dispone del presupuesto necesario. “No es una obra imposible. Se puede volver al esquema anterior y hacer una reforma real que la avenida necesita”, propuso. “Hoy el barrio necesita otra cosa: accesibilidad, seguridad y un entorno comercial más amigable”.
Para los comerciantes de zona norte, el Metrobús fue una decisión apresurada, mal planificada y costosa en todo sentido. Y ahora, tras años de padecimientos, ven una posibilidad cierta de revertirla.