Venta y consumo de lácteos

A marzo de este año, surge un consumo per cápita para el primer trimestre de 42 litros.

Se observa un volumen de ventas prácticamente igual en los 3 primeros meses de 2020 respecto a igual período del año anterior en volumen de productos y un aumento del 1,0% en litros de leche equivalentes.

Si procedemos a analizar la evolución de las ventas mes a mes, y lo hacemos por la unidad de medida comparable que son los litros de leche equivalentes (litros necesarios para producir los productos elaborados), vemos que en enero las ventas cayeron 5,3%, en febrero 2,7% (6% si tomamos promedio diario) y subieron 7,6% en marzo, claramente cifra que se correlaciona con las denominadas compras de pánico ocurridas en la segunda quincena de marzo. Según los datos disponibles, hubo en abril un pequeño arrastre de esa situación, pero luego en el resto de ese mes y lo que va de mayo, las ventas retomaron un ritmo similar al que presentó a principios del año (información de Consultoras de Mercado Interno e Industrias Lácteas consultadas por OCLA).

Como ya lo venimos indicando en informes anteriores existe una caída importante en las ventas de los productos con mayor valor agregado y/o unitario, tales como yogures, flanes y postres, leches saborizadas y algunos quesos. Producto de las compras para stock familiar y por los controles de precios, se visualiza un incremento significativo en las leches no refrigeradas y una situación similar en manteca y dulce de leche.

En base al Balance Lácteo a marzo de 2020 surge un consumo per cápita para el 1° trimestre del 2020 de 42 litros/habitante de leche equivalente, que anualizado arroja un valor de 181 litros, apenas un litro por debajo del registro del año 2019.

Principales aspectos del desenvolvimiento del consumo interno, según informes de Consultoras de Mercado, Industrias y Cámaras Empresariales:

  • En un contexto de fuerte caída del PBI, el consumo en el hogar ha crecido en el 1° trimestre del 2020.
  • Se dio un fuerte cambio en los hábitos de consumo, de la importante participación de las comidas fuera del hogar (Ho.Re.Ca.) hacia el crecimiento del consumo doméstico debido al aislamiento.
  • Compras de menor frecuencia, en volúmenes mayores, de productos más básicos y en locales de mayor proximidad.
  • Las empresas que atienden el segmento de ventas industriales (productos lácteos como bienes intermedios de otras industrias) tuvieron un perjuicio similar al canal HoReCa.
  • Las medidas sociales implementadas por el gobierno, impulsaron el consumo sobre todo en la base de la pirámide de ingresos.
  • Marzo produce un cambio cuali y cuantitativo en el consumo por su particularidad, que se continua algo en abril/mayo, pero de casi nula probabilidad de continuidad en los meses posteriores.
  • El pico máximo de ventas se registró el domingo 15/03 (compras de pánico). Aquí el consumo en unidades creció 227% en alimentos (en esta canasta se incluyen: crema de leche, quesos al peso y quesos rallados).
  • Del 23 al 29 de marzo, las ventas en el canal moderno crecieron un 3% en volumen, pero con una caída en las transacciones del 46%, en relación con igual mes del año 2019. Pero la película completa de las cuatro semanas de marzo deja ver una suba acumulada del 23% en unidades y una caída del 13% en tickets.
  • Los negocios de mayor cercanía son los que ganaron mayor protagonismo.
  • Los productos lácteos que explican el crecimiento son las leches líquidas no saborizadas y los quesos al peso, en detrimento de leches saborizadas, yogures y postres.
  • Los productos de primera marca recuperan espacio.
  • También tuvo un fuerte incremento las ventas para el E-commerce en el canal supermercados: 32%.
  • En materia logística hay inconvenientes para la distribución de los productos, donde se destina 30% más de tiempo para llegar a los mercados por los controles de acceso a los pueblos y ciudades.
  • Existen serios problemas con el manejo del circulante y en las transacciones bancarias de todo tipo debido a la situación del sistema financiero que “en general” tuvo poca predisposición colaborativa.
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