Aplicaciones móviles para la movilidad urbana

Por Ezequiel Zabale
Analista de Sistemas. Abogado.
Profesor Universitario.
Especialista en Derecho y Nuevas Tecnologías.

Ya hemos señalado en esta columna que las tecnologías de la información y la comunicación han cambiado nuestra forma de ver el mundo y de relacionarnos con él.

Era impensable, hace algunos años –no mucho, por cierto- que docentes y alumnos podrían estudiar mediante redes móviles o a distancia o por plataforma web . De la misma forma era impensable que un usuario podría realizar todas las reservas de su viaje a Tailandia, Nigeria o a cualquier otro lado del mundo (justamente al otro lado del mundo) desde su propia PC o desde su celular, incluso, que llegando al lugar de destino pudiera con su celular acceder a los hoteles más cercanos .

Uno de los puntos fuertes que le permiten a un usuario estar “ubicado” o ser ubicado en cualquier lugar del mundo donde se encuentre está basado no solo en un buen teléfono inteligente o smartphone, sino también en contar con las aplicaciones correctas (app en la jerga). Nuevamente la conjunción de hardware y de un buen software da una herramienta TICs impecable para el usuario.

Hay app de las más variadas, que permiten miles de cosas según el interés de los usuarios. Basta con echar una mirada a la Store de Apple o al servicio Google Play: hay pagas, gratuitas, de juegos, de usos, de I+D, etc.

Uno de los nichos de mercado donde las app para móviles han encontrado muy buena recepción y gran desarrollo, está dado por los sistemas de seguimiento vehicular que permiten la geolocalización de vehículos con diferentes variantes. Así, en las rutas se ha usado esta tecnología para hacer seguimiento y control de los vehículos de carga; las empresas de transporte público controlan frecuencia y calidad; los taxis y remises urbanos han ganado seguridad entre muchos otros usos posibles.

Las ciudades grandes tienen hoy una dificultad enorme, entre varias, vinculada al crecimiento del parque automotor. En la CABA, por citar un ejemplo, diariamente entran y salen aproximadamente un millón de vehículos, algunos de los cuales solo transportan a una persona o con suerte a dos, generando un desgaste innecesario de combustible, especio, aumentando la contaminación y otras desventajas de una circulación masiva innecesaria.

Salvando las diferencias de cantidad de ingresos y egresos diarios, Rosario es una ciudad que presenta serias dificultades de movilidad urbana, la mayoría propias de una arquitectura histórica incrementadas por el significativo aumento del parque automotor.

Es en este punto donde las aplicaciones para móviles mejor pueden prestar un servicio para facilitar la movilidad urbana.

En el transporte público masivo, léase colectivos, las app bien implementadas permitirían a los usuarios conocer los recorridos de ante mano, informarse sobre las rutas más próximas, el estado de ocupación del colectivo (si hay asientos disponibles, si hay asiento de discapacitado ocupado, etc.) y otras informaciones útiles. Hoy, en el caso del transporte público de la Ciudad de Rosario o de la CABA apenas si se usa el 10% de la potencialidad de las app para móviles.

En los servicios de transporte público diferenciado, es decir, taxis y remises, las app para móviles permitirían, entre otras muchas cosas, reducir tiempos de espera, garantizar seguridad, establecer protocolos de seguimiento, determinar la forma de movilidad de ciertos sectores según franja etárea, horas o días de movilidad, sectores con mayor movilidad, facilitar la interrelación entre usuarios y prestadores del servicio, garantizar el servicios a los usuarios y el trabajo a los propios prestadores del servicio, brindar estadísticas cabales sobre movilidad, entre otras muchas aplicaciones posibles.

Finalmente, en el transporte privado, es decir, en el uso del automóvil particular, permitiría conocer estados del tránsito, lugar de estacionamiento, pagar los estacionamiento medidos y quizás, lo más relevante comenzar a compartir automóviles privados para los viajes cortos, facilitando el movimiento de los privados, de forma tal que dos o tres personas que no se conocen pero hacen el mismo y habitual viaje puedan usar un solo vehiculo para realizar el viaje.

En Europa y EE.UU., hoy hay una fuerte discusión sobre una herramienta o app llamada Uber . La app de Uber permite a una persona común buscar vehículos de transporte privado, es decir, entre particulares. Uber hace una certificación del conductor privado (no cualquiera puede ser conductor de Uber).

Tal como está planteada la app, no podría usarse aquí en Rosario, en CABA o en Buenos Aires y difícilmente en alguna ciudad importante de Argentina, dado que los servicios de transporte público diferenciados están regulados por ordenanzas que determinan las condiciones de prestación del servicio. La aplicación ha sido ampliamente repudiada por taxistas en varias ciudades del mundo pues afecta gravemente el sistema organizado de transporte.

Pero podríamos aprender de la forma en que trabajan las app en cuestión, corregir los errores o adaptar las mismas a nuestras necesidades, desarrollando una o varias aplicaciones específicas para Rosario o para la ciudad, que fuera que permita facilitar la movilidad urbana en los términos que exponíamos más arriba. Ese es el desafío nuestro, de nuestras autoridades y de nuestros desarrolladores.

 

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