“Las personas no cambian con las crisis, los países tampoco”

Estanislao Bachrach visitó Rosario y habló de todo. El doctor en Biología Molecular de la UBA,  de la Universidad de Montpellier en Francia,  y director de la consultora internacional COCOLAB; arribó a Rosario para participar del evento organizado por IRT Medicina para Empresas, en el que el pasado jueves 6 de octubre, disertó frente a un auditorio colmado de empresarios sobre innovación y creatividad, en pos de promover mejoras en los ámbitos laborales y la experiencia de las personas en sus empleos.

Momentos previos a la exposición en el Ros Tower Hotel, Bachrach dialogó con ON24, y dio su particular mirada sobre diversos temas. Desde la creatividad y la gestión del cambio a nivel personal y empresarial, hasta el impacto de los mecanismos de toma de decisiones en la vida política-institucional de la Argentina.

A continuación, adelantamos parte de la nota que saldrá en nuestra edición impresa de octubre.

Se observa cada vez más que, al buscar recursos humanos, las empresas ponen énfasis en personas “emocionalmente inteligentes” ¿Qué atributos debe reunir una persona con esa característica?

Emocionalmente inteligente es una persona que tiene autoconocimiento, que regula sus emociones, y que entiende el entorno. Esos son los tres pilares. El autoconocimiento para tomar mejores decisiones en la vida, para saber lo que uno quiere; la regulación de cómo me siento en momentos de tensión –que ocurren todo el tiempo-  y cómo manejarlos para no ser reactivos o impulsivos. Y una vez que uno se conoce y entiende como regularse, viene la relación con los demás: la empatía, la confianza, la conciencia social (…) Ahora, cual es el nombre de la empresa que mejor fomenta esto  no lo sabemos, pero sí doy fe que hay empresas que abogan porque los empleados fortalezcan alguna de estas áreas.

En esto de hacer o no hacer ¿Cuáles son la peor y la mejor práctica que puede realizar una empresa en la gestión de sus recursos humanos?

Venimos de una época en la que se creía que amenazar a un empleado era una forma de hacerlo cambiar o empujarlo a trabajar más; eso quedó atrás hace muchos años porque mientras más se amenaza, una persona menos cambia, más reactiva es, se cansa rápido, más ganas de irse tiene (…)  Lo nuevo pasa por manejar los sentidos y las emociones para involucrar a la gente con su trabajo desde el bienestar y el equilibrio entre el trabajo y el hogar. La amenaza no sirve, es lo peor.

Lo mejor pasa por ofrecerle capacitaciones que tengan que ver con su bienestar  y sus intereses, y no necesariamente con los de la compañía. O sea, decirle: ¿Vos querés hacer dibujo? Bueno, podés. Porque si vos sos más feliz tengo más chances de que te quieras quedar a trabajar conmigo (…) Antes se buscaban capacitaciones que estaban muy limitadas al trabajo en sí de un empleado, ahora se abrió un poco el panorama.

¿Qué crees que se está haciendo desde la escuela  para formar personas creativas y que reúnan los tres pilares que enumeraste al principio?

Desde la escuela, en general – a nivel ministerial- , nada. Por lo menos que yo sepa. Sí sé que existen escuelas, directores y maestros que en distintas partes del país experimentan con herramientas ya probadas en cómo mejorar la creatividad no sólo de los alumnos, sino también de los mismos maestros (…) Va a ser inevitable que en algún momento las cuestiones relacionadas con fomentar la creatividad sean un contenido a nivel curricular, pero en la Argentina siempre vamos un poco retrasados con esas cosas.

Hay gente con muchas ganas de hacer y de tomar ciertos riesgos. Hay veces que las leyes no ayudan y hay veces que son los padres, por ser los primeros que tienen miedo de hacer algo diferente de lo que se viene haciendo desde hace 100 años. Las aulas y las botellas de vino son las dos cosas que menos cambiaron en la historia de la humanidad.

Pasemos un momento a la política. Venimos de años (y aún continúa) con posiciones ideológicas que se defendieron con mucha pasión, a veces, hasta ahogando el diálogo ¿Los argentinos tenemos cierta aversión cultural a los cambios de ideas? Con eso no digo resignación de ideales, sino de la posibilidad de una evolución a partir de una construcción superadora.

No, esa es una característica del ser humano, no exclusivamente de los argentinos. Eso que vos llamás pasión, yo lo llamo creencias. Las creencias son las que no nos permiten cambiar, y la mayoría son inconscientes. En la educación y la crianza, una persona va construyendo maneras de pensar que luego son muy difíciles de cambiar y desafiar. Entonces, esto de defender algo con pasión, llevado a mi mundo significa que a muchos les cuesta ver la realidad porque no quieren desafiar sus creencias y prefieren seguir engañándose, sea de un partido o de otro, da lo mismo.

El tema es que no veo en la historia, por lo menos en los últimos 30 años, que alguien proponga un cambio real, sino reacciones a crisis. Y las personas no cambian en las crisis, reaccionan, y con los países pasa lo mismo. Los cambios son más eficientes cuando no estás en crisis, cuando estás bien. Entonces, creo que la Argentina necesita parar y mirar hacia dónde quiere ir.

El juego de palabras sería: Dejar de reaccionar cada diez años y responder diferente (…) Si no paramos con la bronca, con la euforia, es muy difícil pensar,  y los argentinos necesitamos pensar.

La gestión del cambio, además de la decisión, precisa un ejercicio de la voluntad. Poner energías en eso ¿Esto es algo que una persona puede planificar?

Más que planificar, yo te diría que primero tenés que creer que se puede. Porque si vos no crees que podés cambiar porque sos viejo,  tonto, albañil, ingeniero, por algo, lo que sea, no crees que podes cambiar, el cerebro no te va a ayudar. ¿Estás seguro que querés cambiar  o lo estás haciendo por tu mujer? ¿O los estás haciendo por tus hijos? Porque al cerebro no le importan los demás, le importas vos.

Entonces, primero tenés que creer, después estar convencido de que tenés ganas, y después poner voluntad para practicar, para equivocarte y volver a practicar. Porque cambiar es algo que uno nunca hizo y eso conlleva errores y fracasos. En la sociedad en que vivimos fracasar está mal, pero uno no puede cambiar si no se equivoca en el camino.

El mundo emprendedor que yo admiro, es el que tiene la capacidad de probar, equivocarse y volver a probar. Es un mundo fascinante que deberíamos mirar más seguido, creo que culturalmente hay que cambiar la mirada sobre el cambio. 

REDACCIÓN ON24

POR @fortunamariano

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