La ciudad liberada de Fito

Acaba de salir a la venta en sus diferentes formatos y soportes “La ciudad liberada”, el nuevo registro discográfico de Fito Páez. En la confirmación de su declinación artística que parece no tener fin, el rosarino sigue jugando para la tribuna con otro disco para el olvido. De mensaje vacío y metáforas ausentes, con un tributo a Charly García que más que homenaje suena a robo.

No haríamos ningún descubrimiento si dijéramos que el artista rosarino Fito Páez ha sido un inspirado músico y un buen letrista que fuera autor de memorables canciones ubicables en los inicios de lo que conociéramos como la Nueva Trova Rosarina, y también en los orígenes discográficos de Juan Baglietto. Tampoco si afirmáramos que escucharlo cantar es casi como tener un dolor de oídos. Pero como compositor su mejor momento pasó hace rato. Algunas de sus letras y reiteradas melodías no hacen otra cosa que confirmar el interminable declive de su otrora notable creatividad. Tampoco ya no es el simpático muchacho adolescente que algunos comenzamos a ver como pianista suplente en el televisivo “El Clan”, cuando (según cuentan) dejó de simpatizar por Newell’s y mutó en supuesto e increíble fana de Central. También es cierto que en su mejor momento supo codearse con próceres del rock nacional como Nebbia, Spinetta, Soulé y García.

Fito Páez, ya solista (luego de ser tecladista de García), escribió y grabó inoxidables páginas del pop local, hasta editar ese incomparable y sincero disco rockero que fuera “Ciudad de pobres corazones”, el que con el tiempo permitió apreciar sus contradicciones e inestabilidades. Porque Páez ya no es creíble. Como también les terminó pasando a Víctor Heredia y León Gieco. En “Ciudad de pobres corazones” vociferaba (con razón) “¡en esta puta ciudad!”, más tarde llegaría el estupidizante “Tema de Piluso” y el indigerible “Caminando por Rosario”. Queda claro que Páez ya pasó por todos los estados de ánimo (y de lucidez) acerca de su ciudad natal. Y a tener presente de que con sus textos hipócritas no puede hacer olvidar que no hace mucho reconoció que muchos de sus vecinos de Recoleta le dan asco. Sólo porque piensan y votan distinto. Como cuando trascendió que sus colaboradores no podían mirarlo a los ojos.

Cualquiera pensaría que el título del disco (y de una de sus principales canciones) alude a lo que muchos insistieron acerca de la lamentable condición a la que habría quedado reducida la ciudad de Rosario como consecuencia de la prolongada gestión socialista al frente de sus ejecutivos municipal y provincial. Pero al escucharlo agradecer a la actual intendente en su recital “gratuito” en la plaza San Martín, tal ejercicio de sinceridad y honestidad quedó descartado. En el mismo nunca hará una aproximación conceptual a la idea de libertad. Y su desconocimiento de la historia mundial contemporánea y sus reiteradas imprecisiones, asombran.

Disco mediocre de melodías repetidas, letras infantiles y convicciones claudicadas. Y de enormes incongruencias. Si de lo que más se habla de un disco es de su portada, ya sabemos a qué atenernos. Y que lo haya presentado justo el día en que toda la Argentina comenzaba a confirmar el peor pronóstico respecto de lo sucedido con el submarino ARA San Juan, lo pinta entero. Por más que lo haya querido disimular dedicándole una cancioncita. Sí quedan fuera de cualquier discusión los buenos músicos que colaboraron en la grabación.

Recorriendo track por track del disco, 18 nuevas canciones de textos reiterados.

  • “Aleluya al sol”: Primer corte de difusión donde afloran sus llamativas contradicciones e incoherencias: ser el mismo que le contaba, regodeándose, a la muerte lenta de Sissí, el mismo también que dedicó su anterior producción “Rock And Roll Revolution” a despotricar contra una ex, y oírlo ahora proclamando “ni una menos” y “crimen no es pasión”, como un increíble adalid de la lucha contra la violencia de género. Esta letra aparece a modo de justificación de la obvia foto de tapa. Y que su acelerada música provoque un déjà vu de “Mariposa Tecknicolor” no es pura coincidencia. Aquí aparecerá por primera vez el hartante “ya na na”.
  • “Wo Wo Wo”: Con pretensión de brit pop y una letra descartable compartida con Pity Álvarez, es un flojo autohomenaje de sus amores pasados. Ni siquiera se destacan la Cantilo y Déborah Dixon en voces. Ah, mencionar a John Lennon no lo redime de que por momentos suenan beatle. Sin reconocerlo, claro.
  • “Tu vida mi vida”: tiene una melodía sospechosamente parecida a la de “No soy un extraño” de Charly García. Más que una influencia para una banal letrita de amor.
  • “Islamabad”: el punto más alto del disco, quizás el único, en ese mantra rockero con aires a las enormes “Tráfico por Katmandú” y “Por siete vidas”, aún por sobre las improbables referencias ideológicas del estreno y la mezcla hierofánica, entre el Cristo, Buda y Alá. Desfilan las críticas al imperialismo francés, declaraciones altruistas y el recuerdo de los desaparecidos. El crescendo musical hace a “Islamabad” (la capital pakistaní) una bella canción distinta. Y cosmopolita.
  • “Bohemia internacional”: Arranca aburriendo con el ya repetido “ya na na”, y sigue provocando bostezos hasta el final. Nada más para decir.
  • “La ciudad liberada”: canción homónima que no logra merecerlo. “Pelear contra los nazis y los fachos de mierda” parece ser su gran frase. Dice querer “vivir en la ciudad liberada”. No aclara liberada de qué. Menos qué entiende por “libertad”. Ni dónde quedaría, para él. Y si menciona a excluidos y marginados, no debería olvidarse de la pesada herencia kirchnerista. El solo de viola de “la ciudad liberada”, lo único destacable.
  • “Soltá”: Y siguen las obviedades y las superficialidades que dan el tono general de todo.
  • “Nuevo mundo”: Páez se pone apocalíptico. Aunque diga “es muy sencillo de entender”. Y dale con que todo se pone amarillo. “Las bandas en Rosario se recagan a tiros”. ¿Y ahora nos lo viene a decir? ¿Recién se dio cuenta?
  • “La mujer torso y el hombre con la cola de ameba”: una más de amores prohibidos. Aunque sobrevuele, indulgente, Luis Alberto.
  • “Otra vez el sol”: su imagen más repetida para un temita que hizo para que se luzca la batería.
  • “El secreto de su corazón”: épica gauchesca para el momento folklórico de la placa, entre historias de desamores, duelos, traiciones y muerte. Y otra vez mezclando dioses y religiones varias.
  • “El ataque de los gorilas”: “Me crié en los barrios bajos”. Pero ¿cómo? ¿No era que vivía en Balcarce y Santa Fe? Alta sociedad. Calamaro decía “Alta suciedad”. Que en Facebook no tenemos amigos ya es sabido. Y criticar a Twitter ya se le ocurrió al Indio Solari. Otra vez tarde, Páez. Ni hablar de que ya sabemos a qué se refiere cuando dice “Gorilas”. Así de obvio.
  • “Navidad negra”: en evidente y superficial alusión a lo que cree le espera al país con Cambiemos, especialmente en C.A.B.A. Sin embargo, lo que describe encaja más con la Década Perdida del kirchnerismo. Aunque la referencia la quiera universalizar.
  • “Chica mágica”: Siguen las letritas predecibles. Ya parece el borrador de un pobre poemario adolescente.
  • “Los cerezos blancos”: Salió la de animé. Otra que no da ni para rarezas de bonus track.
  • “Plegaria”: Otra “inspiración”, degradada en su versión, de The Beatles. Aunque diga que alguien se la regaló. Referencia al amor y a las canciones.
  • “Se terminó”: presenta las mayores estupideces del disco, entre otras con “Los Rolling Stones tocan en La Habana y la revolución hace un giro más hermoso y profundo”. Y con “Perdieron todas las apuestas, los cantores de protesta, al final el reggaetón hace mover al mundo”. El supuesto tributo al “Mr. Jones” de García es fallido. Y aunque no lo blanquea, a Páez se le filtró la melodía de “Hablando a tu corazón”. Todo un descarado. Y cuando en una grabación los coros salen mejor que el lead vocal, el resultado es feo. “Se terminó”, grita el cantante. Pero suena interminable.
  • “5778”: nos hubiera ahorrado el disgusto por el recuerdo del indigerible periodismo militante de ese repudiable envío llamado “678”. Y, ahora sí, robándole el final del ya citado reiteradamente Charly García. El que hacía al cabo de “Inconsciente colectivo”, que también cerraba una tracklist. Lamentable.

Si querés vivir en esa ciudad liberada donde a los pibes no les metan más balas (como dice), no te quedes mucho tiempo por Rosario, Páez. Mirá que más que ciudad muchos piensan que lo que parece haber quedado liberado, como territorio, como zona, parece ser la provincia de Santa Fe, a la luz de los miles de asesinatos durante el proceso socialista, desde 2007.

Otrora un ícono K. Hoy, un músico del montón, y en decadencia. Lo que de ningún modo significa que no siga teniendo éxito y ventas notables. Así nos va.

FICHA TÉCNICA

“La ciudad liberada” (Argentina, Sony, 2017)

Intérprete: Fito Páez

Género: pop rock

Duración: 70’

Calificación: Regular

 

Por Ernesto Edwards / Filósofo y periodista / @FILOROCKER

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