No encuentra patrocinadores

Los escándalos de corrupción que han asolado a la FIFA durante los últimos meses se han convertido en un importante lastre difícil de arrastrar a la hora de captar nuevos sponsors para uno de los eventos más mediáticos del mundo: el Mundial de Fútbol FIFA.

Desesperación. Esa es la palabra que mejor puede definir el ánimo de los responsables de la captación de nuevos patrocinadores de la FIFA y el Comité Organizador de Rusia 2018 que vengan a sumarse a los sponsors oficiales ya existentes de uno de los eventos deportivos más mediáticos, notorios y atractivos, desde el punto de vista comercial, existentes en el mercado.

 

Aunque desde hace tiempo la percepción dentro del sector era ésta, los propios responsables de la organización del torneo e incluso desde dentro de la propia FIFA reconocen ya, de manera abierta, que uno de los mayores acontecimientos deportivos del planeta, el Mundial de Fútbol FIFA que organizará Rusia en apenas unos meses, el año que viene, es incapaz de captar suficientes patrocinadores y sponsors que vengan a sumarse al catálogo de firmas oficiales que darán su apoyo al torneo.

El objetivo no es otro que poder dar sustento a un evento organizado por un país, Rusia, asociado a la puesta en marcha de prácticas dopantes dentro del mundo del deporte y por una organización, FIFA, salpicada por el escándalo de la corrupción, escándalo que se encuentra en fase judicial y que propició la salida de gran parte de sus antiguos dirigentes hace apenas unos meses.

La suma de ambas variables lleva a las potenciales firmas interesadas a plantearse la oportunidad de poner ingentes sumas de dinero encima de la mesa de los organizadores aún a riesgo de no sólo ya de perderlo sino de dañar seriamente su propia imagen al tener la misma asociada a dichas organizaciones.

Tras el Mundial de Brasil 2014, el escándalo de corrupción y soborno destapado en FIFA provocó la huida de un nutrido grupo de grandes patrocinadores oficiales de la organización, algunos de la talla de la multinacional de la tecnología Sony o de la aerolínea Emirates. Así, de los más de 20 grandes sponsors oficiales con los que contaba la organización en el año 2013, tan sólo un año antes de la organización del torneo que se disputó, por última vez, hace apenas un par de años en Brasil, se ha pasado a una más que preocupante situación como la que viven los organizadores en la actualidad, donde apenas cuentan con 10 patrocinadores oficiales.

El dilema para las potenciales marcas a la hora de unirse al evento viene motivado no ya de manera exclusiva por la fuerte inversión a realizar para convertirse en socio oficial del torneo (amén de saber articular una adecuada estrategia comercial para su explotación) sino por el daño que dicha unión puede provocar a la propia imagen de la compañía en cuestión tras los continuos escándalos que salpican a ambas organizaciones, tanto a FIFA como a Rusia.

Rusia no es precisamente el escenario ideal para buscar una buena reputación de marca. A los problemas de imagen que a nivel geopolítico tiene el país, a nivel deportivo el gigante euroasiático lleva años envuelto en escándalos de dopaje que ha llevado a que los rusos hayan sido suspendidos a la hora de participar en importantes eventos de atletismo.

A nivel deportivo, la selección rusa tampoco es que incentive mucho a la inversión: eliminada en la primera fase de la última Eurocopa celebrada en Francia, tan sólo un par de años antes en el Mundial de Brasil su discurrir fue prácticamente el mismo al ser apeada de la competición en la misma ronda.

La situación es tan preocupante a apenas un año vista que la FIFA aún no ha logrado adjudicar ni siquiera los derechos televisivos para la difusión del torneo en el país organizador, lo que deja, a día de hoy, a millones de rusos con la incertidumbre de si van a poder seguir el transcurso del torneo.

 

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