Una plataforma draper que supera todo lo conocido

José Allochis es técnico mecánico. Tres años en una escuela técnica debieron bastarle porque su padre, prestador de servicios de cosecha, necesitaba su aporte en el campo. Así, primero como operario y luego en forma independiente, José se abrió camino como contratista y comenzó a modificar sus fierros.

Un camino similar, entre el campo y los fierros, recorrió Reynaldo Postacchini, actual vicepresidente de CLAAS Argentina, que desde su rol de contratista logró llamar la atención de la firma alemana hasta ser uno de los grandes hacedores del desembarco formal de la marca en el país, hace más de 15 años.

El espíritu emprendedor y la capacidad de inventiva los llevó a unirse para potenciarse. Y así comenzó la historia de cooperación y superación entre una empresa local y otra internacional que siguen saltando escollos sin perder de vista el largo plazo.

“Arranqué con los cabezales hace más de 20 años. Hice uno para mí, y cuando salí a cosechar la gente empezó a pedirme que le fabricara uno. Y así comencé, de a poco”, relata Allochis. Poco después, hacia 1997, se inició la relación formal con CLAAS. Primero proveyendo cabezales para maíz, a los que enseguida se sumaron los de trigo y soja.

Hoy, la firma Allochis cuenta con dos plantas que ocupan más de 10.000 metros cuadrados en la localidad de Ferré, en la provincia de Buenos Aires, donde trabajan unas 90 personas. Y CLAAS se ha convertido en una de las marcas preferidas por los productores argentinos, no sólo por su calidad y alto nivel tecnológico, sino también por su apuesta permanente y su trabajo codo a codo con los hombres de campo.

“Hace siete años que empezamos a gestar el cabezal draper”, recuerda Allochis. “Fue un proceso largo y complicado”. Primero se trabajó en los planos y luego vino el desarrollo a campo. “Llevamos seis años de prueba a campo. Durante todo este tiempo tiramos cinco plataformas que no servían. A prueba y error fuimos avanzando hasta consolidar las once patentes registradas mundialmente que hoy incluye el modelo Hera”, relata.

“Fue un proceso complejo”, insiste Postacchini. “Trabajamos muchas personas detrás de este proyecto, ingenieros, técnicos, operarios. Fueron horas de prueba en todo tipo de cultivos y condiciones de cosecha”, dice el vicepresidente de CLAAS y comenta que aunque aún el producto no ha sido comercializado, existen cinco plataformas que ya están trabajando. Una de ellas está en Salta, cosechando poroto.

Cómo es el nuevo draper

“Miramos todos los problemas que tenía la competencia y ahí empezamos a trabajar”, introduce Allochis. El nuevo draper es totalmente flexible, y fue pensado para aprovechar al máximo la capacidad de las cosechadoras de última generación, evitando que el cabezal ponga límite a la altísima productividad de las máquinas. 

Entre sus características más destacadas, el nuevo cabezal posee una lona acarreadora que ha sido seccionada longitudinalmente para lograr dos hilos de transporte, y posee tambores de alimentación sincronizados y flexibles en lugar de lona central. Gracias a ello, la plataforma puede trabajar virtualmente adherida al suelo, más paralelamente al piso que cualquier otra en el mundo. Todo esto significa más capacidad de trabajo con menos pérdidas de grano.

La ductilidad de la nueva plataforma viene dada por su inédita estructura: su base, compuesta por brazos flexibles, se subdivide en 8 paños y permite copiar el terreno en lo vertical (regulación en altura), longitudinal (regulación en avance de cosecha) y horizontal (regulación a lo ancho).

Una de las últimas modificaciones realizadas al cabezal, y que resultó premiada con el CITA de Oro a la innovación es un divisor de cultivo articulado que, por su ancho, de sólo 140 milímetros, es la mitad del que tienen las plataformas de otras marcas. El nuevo divisor minimiza la cantidad de cultivo que es atropellado mientras la plataforma se abre paso entre las plantas, así, la plataforma no pisa el cereal ni desgrana. Además, cuenta con un sistema que hace pivotear todo el capot y el puntón, siempre adherido a la barra de corte.

Otra modificación presentada recientemente es un alimentador para plataformas sin correas transportadoras con un centro íntegramente flexible. Es el primero a nivel mundial y está compuesto por dos tambores dispuestos en forma paralela por delante de la abertura del canal de alimentación. De esta forma, la plataforma se transforma en un amortiguador de las variaciones del cultivo, ofreciendo una entrega homogénea y organizada que deriva en una carga constante al sistema de trilla de la cosechadora.

El mando de las cajas de cuchillas es telescópico y tiene más inercia con la mitad de peso que la competencia. Esto permite que el corte sea más suave en cualquier cultivo y en condiciones extremas.

En la plataforma Hera, el grano pasa de la cuchilla a la lona directamente. Además, esta lona cuenta con un sistema que hace posible que esté siempre tensionada, en cualquier posición, permitiendo que el operario no tenga que ocuparse de este tema.

A su vez, la plataforma cuenta con sensores para monitorear las RPM de las lonas y de los tambores centrales, datos que se visualizan desde la cabina del operador y permiten, entre otras cosas, conocer si el sistema se atasca o se sale del régimen deseado.

Otra innovación se presenta en la caja de engranajes que impulsa a las lonas, que fue creada para propulsar a velocidades diferenciadas las cintas transportadoras. Esta característica aumenta considerablemente la homogeneidad con que el material fluye hasta el alimentador de la cosechadora. Más aún, esta caja de mando hidráulico está diseñada para invertir el sentido de giro en pleno trabajo sin abandonar la cabina de la máquina, rasgo crucial que posibilita evitar atascamientos cuando se presentan objetos extraños sobre el cabezal. Por su parte, la cinta transportadora está construida con tensores de hilo de Kevlar, caucho, y barrotes de fibra.

El diseño de los brazos de soporte de la barra de corte es una novedad absoluta, ya que su construcción compuesta y articulada permite desplazar el punto de pivote hacia adelante y abajo –es decir, más cerca del suelo–. De esta manera, se disminuye la altura del frente de ataque de la plataforma, condición que mejora la versatilidad de la plataforma para trabajar en diversas condiciones de humedad.

En perspectiva

Mientras la planta de Ferré se prepara para comenzar a fabricar en serie los nuevos cabezales Hera, Allochis planea alcanzar en 2016 un ritmo de producción de una plataforma por día. En principio, la plataforma Hera estará disponible para las cosechadoras CLAAS de la Argentina y, en una segunda instancia, las de los países limítrofes.

A la hora de medir la productividad, el industrial comenta que en las pruebas realizadas en CLAAS tuvieron un 15% de diferencia entre un cabezal común y la plataforma Hera sobre un cultivo normal y seco. “Ahora, si vas a uno húmedo y verde la diferencia aumenta. La gente dice que tiene un 20% o 30% más de productividad, pero hay que ver el cultivo. Lo cierto es que repercute favorablemente en el uso de combustible y también en la cantidad de horas de trabajo que se pueden sumar al poder cosechar en diversas condiciones”, explica.

Para Allochis, los drapers abren una nueva tendencia en la industria de la maquinaria agrícola. “Seguramente los fabricantes comiencen a priorizar estas plataformas porque hacen rendir más las máquinas”.

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