Las buenas prácticas agrícolas están basadas en tres pilares

La Plaza de las Buenas Prácticas Agrícolas es una idea que lanzó Expoagro 2015 al reunir a 10 organizaciones que estudian y trabajan en la sustentabilidad de la producción agrícola.

El INTA se encargó de recibir a los visitantes con dos demostraciones que formaron parte de las actividades que la Plaza tuvo preparadas para exhibir las bases que guían a un adecuado uso y manejo del suelo.

Manuel Ferrari y Andrés Llovet, ambos del INTA Pergamino, fueron los encargados de ese sector. Por un lado tenian preparada una amplia calicata que les servía para describir los suelos representativos de la zona (argidiuoles vérticos) que se caracterizan por ser muy pesados y con elevados contenidos de arcilla, lo que limita la infiltración y determina su baja permeabilidad. “Estos suelos son destinados a la agricultura en la mayor parte de la región y esas condiciones naturales pueden verse atenuadas con un buen manejo o, por el contrario, pueden deteriorarse por un manejo no adecuado”, explicó Ferrari desde adentro de la calicata.

Luego, Ferrari indicó a los productores que las buenas prácticas agrícolas están basadas en tres pilares: la siembra directa, la rotación de cultivos con incorporación de gramíneas y la fertilización. “Y si estamos en zonas con riesgo de erosión se agrega un cuarto pilar que es la sistematización de los suelos” indicó el especialista.

“Lo más preocupante es que en esta zona se está bastante alejado de las Buenas Prácticas Agrícolas –agregó Ferrari-, porque hay una escasísima adopción de rotaciones, con clara tendencia al monocultivo de soja y los niveles de fertilización están muy por debajo de los necesarios para mantener un balance neutro de nutrientes en el suelo y si bien la mayor parte de la agricultura se hace en siembra directa, ese sistema por sí solo no es suficiente para alcanzar un manejo sustentable del suelo”.

“Modificar este escenario, pasar a la situación deseable que es aplicar las buenas prácticas, implica no sólo adoptar cambios tecnológicos, a través de conocimientos que ya están disponibles, sino también hay que producir modificaciones en otros aspectos, entre los que se encuentran legales, económicos y socio culturales”, dijo Ferrari.

Con y sin cobertura

La otra demostración que presentó el INTA era un simulador de lluvias sobre un suelo que tiene una parte al descubierto y la otra cubierta con rastrojos. Allí Llovet mostró a los asistentes la diferencia en el potencial de escurrimiento que generan los distintos manejos. “La cobertura con rastrojos constituye el principal aliado del suelo”, indicó Llovet. El especialista explicó a los asistentes que las prácticas que se destacan para reducir el escurrimiento superficial y la tasa de erosión hídrica, que se mide por las toneladas de suelo por hectárea que se pierden por efecto de las lluvias, es la generación de cobertura a través de la rotación de cultivos con inclusión de gramíneas bajo un sistema de siembra directa. A esto se deben sumar otras prácticas conservacionistas entre las que se encuentran la siembra cortando la pendiente principal, los cultivos en contorno siguiendo las curvas de nivel y, en el caso de ser necesario, el uso de terrazas de derivación.

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