La liquidación de esta cosecha será similar a la de 2012

La economía argentina tuvo, durante los últimos años, un fuerte sesgo consumista. La desconfianza bajó la tasa de inversión y la inflación también la perjudicó, al mismo tiempo que alentaba a que la gente se desprendiera de los pesos con la mayor velocidad posible, para no pagar el impuesto inflacionario. El menor superávit comercial externo muestra que a las exportaciones no les ha ido bien y, básicamente, se pararon muchas importaciones para preservar divisas, dado que el atraso cambiario licuó las Reservas.

Desde enero, sufrimos del ahorro forzoso, asociado a: a) el record de recaudación tributaria (casi un 40% de incremento interanual) y b) la devaluación que encarece, para los consumidores locales, tanto los productos exportables como los importables.

Por eso, febrero fue un mes mustio, mucho más de lo que suele serlo. Se sabe que mucha gente regresa de las vacaciones, (“seco” y endeudado), paga impuestos locales crecientes y debe hacer frente a los gastos escolares de principios de marzo, empleando salarios “viejos”, que recién se ajustan en las paritarias (marzo) y se sienten en los bolsillos a partir de abril.

Naturalmente, las devaluaciones, en el corto plazo, tienen un sesgo recesivo, salvo que no sean “reales”, es decir que la inflación posterior impida la mejora “real” para los exportadores. No sería este el caso de La Argentina: al 28 de febrero pasado, la devaluación interanual del Peso fue del 56%, nivel que supera todas las mediciones disponibles de inflación y que, si se compara con los indicadores monetarios, se advierte que es y será una “devaluación real”.

La última información del Central (21 de febrero), indica que en lo que va de 2014, la Base Monetaria cayó 10,2%; el circulante el 7,5% y el M1 un 10,3%. Si la comparación es interanual, las subas son de apenas 15,7; 18,1 y 25,3%, respectivamente (todas menores a la inflación). Todo el sistema financiero en pesos, que está disponible para el sector privado, también creció, interanual, 26,8%. Quiere decir que la devaluación real fue de, al menos, un 23%, medida contra depósitos o de un 19%, medida contra la paritaria docente de la Ciudad de Buenos Aires (31% de suba).

De mantenerse la política monetaria y de acordar aumentos de entre un 25 y un 31% en los salarios (dudamos que todas las empresas  puedan pagarlos), el poder adquisitivo de los consumidores de bienes transables, tendría una merma muy significativa, por lo menos hasta que se vean, en los ingresos por exportaciones, los efectos positivos de tamaña reducción en el atraso cambiario. Se sabe que el Gobierno obtuvo buenos resultados de su acuerdo con CIARA (liquidó en febrero, por día, lo que habitualmente se liquida en marzo). Pero ello no es suficiente para dinamizar la economía. Recién se están acomodando los precios relativos, ante el ajuste ortodoxo y aún incompleto (faltan las tarifas).

En marzo, seguirá la misma pálida de febrero, para los consumidores, lo que obligará a todos aquellos que ajustaron precios por encima de la capacidad de pago, a elegir entre reducir cantidades, reducir precios (o dar descuentos), o ambos. Quiere decir que el primer trimestre será de bajo nivel de actividad, tal como ya lo consignan las cifras privadas de producción industrial de enero.

 

¿Cuándo empieza la mejora?

En abril, si se mantienen las tasas de interés que propician el Dólar de $8 y se “asegura” la disminución significativa de los dólares especulativos (blue, bolsa y contado con liqui), comenzará a percibirse cierta mejora, ya que el fenómeno de salida de recursos del sistema, inducido por un Tipo de Cambio en alza (plata que va al colchón), comenzará a transformarse en su opuesto: se propiciaría la baja de la tasa en pesos, al aumentar tanto la oferta (el Central comprará los dólares de la soja con emisión) como la demanda (si el Dólar oficial deja de crecer y bajan los especulativos, será mucho más rentable estar en pesos, aún con la incertidumbre de la tasa de inflación). También en abril, los asalariados percibirán sus ajustes y ya tendrán en claro cómo quedó su situación real, en términos de poder de compra y también, en términos de dólares.

Como ya se dijo (en otra columna), en la segunda semana de abril suele iniciarse el ingreso diario de aproximadamente MU$S 150, por la cosecha de soja. Naturalmente, el productor agropecuario no cosecha toda la oleaginosa en ese mes. De modo que su resultado económico-financiero recién queda claro en mayo o junio, cuando efectúa sus planes de siembra y paga o acuerda los alquileres de los campos. Quiere decir que, aún con un precio de la soja más bajo, en el disponible, recién en mayo recupera capacidad de demandar bienes y servicios al resto de la economía.

Estimamos que la liquidación de esta cosecha será similar a la de 2012. En ella, durante los meses de abril a agosto, se facilitó un superávit comercial mensual de MU$S 1.361 en promedio. Contrariamente, en 2013, con tasas de interés fuertemente negativas y corrida cambiaria, solamente entre abril y junio (tres meses) se obtuvieron excedentes de MU$S 1.215. 

De modo que, con estabilidad cambiaria, la economía empezará a moverse recién en la última parte del segundo trimestre, siempre que se mantenga la paridad cambiaria y la tasa de interés pueda ir reduciéndose gradualmente, al ritmo de menores expectativas inflacionarias que, a su vez, deberían ser “ancladas” por un Dólar fijo. Inmobiliarias y construcción ya tendrá, “UN” dólar y los autos se financiarán con tasas más bajas.

Conviene recordar que cuando se instaló la Convertibilidad, el 1º de abril de 1991, luego de una fuerte depreciación del Peso, la inflación del mes de mayo fue próxima a cero. No es el caso de la política actual, dado que muchos piensan que esta no fue la última devaluación y, por ende, abrigan expectativas de un Dólar a $12, o al valor de convertibilidad ($16), dado que no se han hecho los deberes en materia fiscal (tarifas), aunque se presuma que podría haber mejoras en el resultado primario, por el sólo efecto del aumento, en pesos, de Retenciones, Aranceles y anticipos de IVA y Ganancias, percibidos sobre las operaciones de comercio exterior.

Resumiendo.

En resumen, si mejora la gestión pública y el Banco Central consigue nuevas bajas en los dólares especulativos y estabilidad cambiaria, la economía se normalizaría a lo largo del segundo trimestre, lo que daría tiempo a un retorno de La Argentina a los mercados de deuda voluntaria, (a una tasa un poco más razonable que la que se le pagó a REPSOL), durante el segundo semestre. El Central podría comprar el superávit comercial, de abril a agosto, y esterilizar la emisión, sin aumentar demasiado las tasas, ya que con Tipo de Cambio fijo, automáticamente sube la demanda de pesos.

Por último, la insistencia del gobierno en paritarias anuales, mete a la economía en un innecesario pozo recesivo (menor consumo), lo que aquí llamamos “parate”, por lo menos entre febrero y abril. Esto se podría haber atenuado, con anticipos de sumas fijas a los asalariados, para los meses de febrero y marzo. Ello hubiera evitado el stress de las familias y mantenido un nivel de actividad industrial un poco más dinámico. Por eso, vino bien la ayuda escolar dispuesta por algunos intendentes bonaerenses que, al menos, permite paliar los costos de mandar los pibes al colegio.

Autor: Lic Jorge Ingaramo 

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