Así fue el paso de Vargas Llosa por Rosario

El diálogo tuvo lugar en el Teatro Astengo en el marco de los 30 años de Fundación Libertad.

Con motivo de los 30 años de Fundación Libertad, el viernes 27 de abril el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa visitó por quinta vez la ciudad de Rosario, donde presentó su último libro, “La llamada de la tribu”, ante más de 1.100 personas en el Teatro Fundación Astengo. Para la ocasión, la institución rosarina organizó el diálogo “Cultura y Libertad”, en el que participaron el presidente de Fundación Libertad, Gerardo Bongiovanni; la presidente de la Red Liberal de América Latina, Rocío Guijarro; el historiador económico Mauricio Rojas y el escritor y periodista Álvaro Vargas Llosa.

En un set especialmente preparado para recibirlo, Vargas Llosa contó sus inicios como seguidor y admirador del movimiento socialista y narró cómo, después de conocer la realidad cubana, decidió apartarse de él. “En ´La Llamada de la Tribu´, trato de mostrar cómo llegué al liberalismo, a través de un proceso fundamentalmente intelectual”, indicó.

“El libro también quiere mostrar todas las mentiras que se dicen sobre el liberalismo y expresar que la doctrina liberal está totalmente reñida con aquellas llamadas de derecha o reaccionarias”, señaló el escritor. “El liberalismo, que está totalmente identificado con la democracia, es quizá la fuerza más transformadora y regeneradora de esa misma democracia”, recalcó.

En tanto, el Nobel de Literatura (2010) también se refirió a la “versión negativa” que se ha adoptado en Latinoamérica sobre el capitalismo y sostuvo: “Hemos tenido un capitalismo de amiguetes, que vivía de favores entre empresas y funcionarios, que establecían un sistema de privilegios. Y ese tipo de capitalismo merece las críticas más severas, pero ese capitalismo no es el que propone la doctrina liberal”.

Por otra parte, el presidente de la Fundación Internacional para la Libertad fue consultado por el rol actual de los intelectuales, el cual, consideró, “ha cambiado”. “Los intelectuales han defendido cosas terribles como el comunismo, que fue incapaz de satisfacer los anhelos sociales y económicos y además creó sociedades invivibles, campos de concentración o fenómenos como la Revolución Cultural China, donde millones de personas fueron sacrificadas a una idea equivocada de progreso y justicia social. Eso ha devaluado profundamente el mito del intelectual como gran educador para la sociedad”, expresó.

“Los países democráticos que han avanzado más en la coexistencia de la diversidad son los que han avanzado más en la civilización, con formas de justicia mucho más avanzadas y con niveles de vida más elevados. Pero ese sistema de avances lentos y progresivos, que erradica la violencia, no tiene el atractivo que tienen las utopías perfectas y por eso el intelectual ha sucumbido con tanta facilidad a las utopías irrealizables como el comunismo”, indicó el escritor.

Además, Vargas Llosa dedicó unos minutos a analizar lo que denominó la “frivolización y banalización de la cultura de nuestro tiempo”, a la que se le asigna como principal función, dijo, “entretener y divertir por sobre educar a la sociedad”. En ese sentido, aseveró: “La revolución audiovisual ha introducido un tipo de entretenimiento y diversión que tiene poco que ver con la literatura y es un fenómeno que yo veo como peligroso. Es verdad que gracias a ella hoy día es casi imposible la censura y eso hace que tengamos una información mucho más libre que antes, pero al mismo tiempo esa revolución ha traído una confusión respecto a la jerarquía de las noticias”.

Vargas Llosa apuntó que “vivimos en la época de la posverdad, donde las mentiras reemplazan a las verdades y eso crea una extraordinaria confusión, al extremo de no saber a dónde vamos”, y remarcó que “va a depender de nosotros que esos avances en el campo de la tecnología terminen creando un infierno totalitario en el mundo o que prevalezca sólo el aspecto positivo de esa revolución”.

“Lo importante es saber que depende de nosotros: si las imágenes de las pantallas derrotan definitivamente a los libros, yo creo que sería muy grave, porque quedaríamos a merced de las manipulaciones. Pero si eso pasa, será nuestra culpa. La evolución es una elección humana”, reflexionó.

Por último, se refirió a su continua producción literaria y participaciones en seminarios y charlas, que mantiene a sus proactivos 82 años de edad y cerró: “Yo tengo la suerte de poder hacer aquello que me gusta. De tal manera que escribir para mí no es un trabajo. Aunque me toma mucho tiempo y esfuerzo, para mí es un placer. Me atrevería a decir que es lo que me mantiene vivo. Yo creo que si no pudiera escribir ni leer, que son cosas tan hermosas que enriquecen tanto mi vida, me moriría rápidamente. Yo tengo la esperanza de morirme con una pluma en la mano y terminando una frase, que espero sea feliz”.

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