La nueva bala de plata es la cabeza de cada técnico

Desde hace ya tiempo, la producción agrícola se presenta como una práctica de cambio continuo. El factor climático, la siembra directa, los productos fitosanitarios utilizados, la fertilización o ausencia de ella, dan lugar a nuevas presiones de selección. Con el propósito de provocar un debate sobre la realidad y el futuro de la producción, Syngenta propició un espacio de intercambio de experiencias “para desafiar una nueva agricultura”.

Los problemas que hoy aquejan al productor son en gran medida provocados por sus propias elecciones. Por ejemplo, cuando comenzó a sembrarse maíz tardío volvió con fuerza el tizón, la rama negra creció a expensas de la siembra directa, y aparecieron muchas enfermedades relacionados con la salud de los suelos, mientras que las “recetas” generaron resistencias de malezas y plagas a herbicidas e insecticidas. Incluso, el ingeniero Emilio Satorre, director de grupos CREA, planteó el riesgo que implica el acceso a tecnologías que tienden a simplificar el pensamiento de los asesores. “Esa es la trampa de las nuevas tecnologías, ofrecer una visión simplificada del manejo del problema”, dijo.

En un contexto dinámico, cambiante e incierto, puede que cada uno ponga atención en diferentes aspectos, de manera que se vuelve necesario el monitoreo, buscar mayor precisión en el diagnóstico y compartir datos para construir conocimiento.

Los ingenieros Ramón Gijón, del INTA Chacra Barrow, y Marcelo de la Vega, de la Universidad de Tucumán, afirmaron que en cuestión de malezas se debe reconocer que la siembra directa trajo problemas diferenciados. “Hace años no se usaban fungicidas y las plagas se adaptaban a la presión de selección; había malezas como el chamico, que desapareció con la siembra directa, y aparecieron otras como la rama negra, a la que le encanta el rastrojo. En definitiva, la presión de selección va cambiando la realidad del campo”.

Cuando se trata de malezas, es importante conocer el patrón de emergencia. Por ejemplo, el cardo ruso emerge con calor; la semilla de avena fatua está dormida en el lote; Amaranthus palmeri crece entre dos y tres centímetros por día. Cada maleza tiene su propia particularidad.

Según plantearon los especialistas, los problemas de control en rama negra se deben en general a que se llega tarde. Con Amaranthus palmeri se advierte falta velocidad en la toma de decisiones. Se trata de una maleza con cinco picos de emergencia, que en el primero de ellos debe controlarse con un herbicida hormonal para luego aplicar residuales. Si se deja sin controlar, entonces no puede cosecharse por la altura de las plantas (que superan los dos metros), en tanto que si de todas formas se cosecha, sólo se consigue la diseminación de la semilla.

Sobre el control de Amaranthus palmeri, el ingeniero José María Lazcano, miembro del Servicio Técnico Syngenta, recomendó la aplicación cuando las plantas tienen entre cinco y ocho centímetros de altura. Al conocer el momento de vulnerabilidad de cada maleza, pueden obtenerse mejores resultados durante los procesos de control. 

De todos modos, a partir del análisis de más de 20 malezas diferentes y su situación en Argentina, los técnicos coincidieron en que, si bien hoy  es posible controlar la rama negra, todo indica que para durante 2016 se mantendrá como la maleza a combatir. “Se cometen muchos errores en el campo porque tratamos de simplificar el sistema y el sistema no es simple. La nueva bala de plata es la cabeza de cada técnico”, dispara De la Vega.

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